EL
JARDÍN DE LAS DELICIAS
“El
Jardín de las Delicias” es una pintura al óleo sobre tabla, de
los primitivos flamencos, perteneciente al Arte Gótico. Su autor es
El Bosco y se remonta hacia el año 1500. Actualmente, se encuentra
en el Museo del Prado.
Se
trata de un gran
tríptico (abierto mide 390 x220cm y su panel central 195x220 cm.)
pintado al óleo. Presenta unas delicadas pinceladas, muchas de ellas
pequeñísimas para poder reproducir la gran cantidad de pequeñísimos
detalles, haciendo que se fundan unas con otras y creando una
superficie pictórica absolutamente homogénea. El panel central
tiene el doble de anchura que los laterales de modo que éstos pueden
cerrarse completamente sobre aquel. El tema del Jardín de las
delicias aparece en el panel central, mientras que en el panel
derecho abierto aparece el Infierno y en el lado izquierdo el Paraíso
o el Jardín del Edén en el último día de la creación. Si
observamos la tabla cerrada aparece representada la creación del
mundo de manera que aparece la tierra dentro de una esfera de
cristal.
Los
colores están supeditados a la temática: en el Paraíso, predominan
los tonos brillantes, amarillos, azules y verdes; en el Jardín de
las delicias, se mantienen estos colores, además de la luz, que
procede de los cuerpos blancos y desnudos y se introduce el color
rojo como símbolo de pasión; en el Infierno, el negro y el rojo son
los colores dominantes. Se emplea una perspectiva cónica, colocando
siempre la línea del horizonte muy alta para lograr profundidad y
poder poner sucesivos planos en los que sitúa las distintas escenas
y grupos de personajes. Podemos apreciar que en todas las escenas
aparecen elementos o ejes en torno a los cuales parecen articularse
la multitud de figuras representadas.
Como
hemos mencionado anteriormente, en el panel izquierdo aparece el tema
del Paraíso o el Jardín del Edén. Se
representa el último día de la creación
con Dios, Eva y Adán, cuando Dios decide crear primero al hombre y,
acto seguido, a la mujer. Se genera un entorno idílico, de formas
rocosas caprichosas. También encontramos representados animales,
tanto reales como fantásticos. Sin embargo, la idílica imagen de
paz del paraíso, que en un principio podemos observar, se interrumpe
cuando, contemplando con mayor atención, observamos a un león
devorando un ciervo o un leopardo con un ratón en la boca. Estos
elementos perturbadores de la paz paradisiaca anuncian la presencia
acechante del pecado. En el estanque central aparece la fuente de la
vida, representada con una forma entre orgánica y mineral, por uno
de cuyos orificios aparece una lechuza, símbolo del mal. Este
elemento puede tener connotaciones sexuales y fálicas, anunciando
los placeres de la carne desarrollados en la segunda tabla. A la
derecha del estanque aparece una roca con forma de rostro humano, el
rostro del diablo, de la que sale una serpiente para enroscarse en el
árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, desde donde tentará a Eva.
La
tabla central, es el Jardín de las delicias, la
que da título al conjunto de la obra.
Representa un falso paraíso en el que la humanidad ha sucumbido
plenamente al pecado, especialmente a la lujuria, y se dirige a su
perdición. Decenas de símbolos diferentes pueblan este espacio en
el que la locura se ha apoderado del mundo. Aparecen tanto hombres
como mujeres, sin distinción de su condición social o raza,
desnudos, protagonizando todo tipo de relaciones sexuales. Además,
aparecen también relaciones eróticas o sexuales entre animales, e
incluso entre plantas. El grupo de personas montadas sobre animales
que rodean el estanque en el que están mujeres desnudas simboliza la
humanidad guiada por sus instintos (los animales) acercándose a la
lujuria y la concupiscencia. Las frutas representadas simbolizan la
fugacidad del placer carnal ya que éstas pueden pasar en unos días
de la plenitud de la madurez a estar podridas. Los animales
representados con unas dimensiones agrandadas y en posición
invertida pueden simbolizar que éste no es el Paraíso y aludir a la
idea de que nada es lo que parece. En el centro aparece un estanque
circular recorrido por un cortejo de jinetes desnudos sobre animales,
reales y fantásticos. El estanque podría representar la fuente de
la eterna juventud o el estanque del adulterio en el que bañan sus
cuerpos mujeres desnudas con tocados de cuervos y pavos, símbolos de
la incredulidad y de la vanidad respectivamente. Detrás aparece un
estanque en el que convergen cuatro ríos en alusión a los ríos del
Paraíso.
Por
último, el panel de la izquierda representa el infierno en el que
los pecadores sufren innumerables torturas como consecuencia de los
pecados cometidos. En la parte superior se ve una ciudad en llamas
así como las más variadas torturas a las que son sometidas los
pecadores. En la parte central aparece un rostro masculino que se ha
interpretado como un autorretrato del pintor, con un disco sobre la
cabeza en la que bailan distintos monstruos. Un personaje monstruoso
con cabeza de ave devora pecadores a la vez que los defeca en un
pozo. Bajo el manto del mismo monstruo una mujer desnuda es forzada a
mirarse en un espejo convexo colocado en las nalgas de un demonio,
aludiendo al pecado de la soberbia. Algo más atrasado, aparece un
lago helado en el que el hielo se resquebraja y sobre el que patinan
varios personajes. Finalmente, en el nivel inferior aparecen
jugadores de dados y naipes torturados por demonios. Este panel es
conocido también como El infierno musical, ya que en un segundo
plano aparecen múltiples representaciones de instrumentos musicales
asociados a terribles torturas infernales a las que está expuesta la
Humanidad.
Los
dos paneles laterales forman al cerrarse la imagen del tercer día de
la Creación del mundo. El Bosco pinta aquí una esfera transparente
dentro de la cual aparece una tierra aún plana símbolo, según
parece, de la fragilidad del universo. Sólo se representan formas
vegetales y minerales, no hay animales ni personas. Los tonos
grisáceos empleados pueden aludir a que se trata de un mundo todavía
sin sol ni luna.
Aunque
cada tabla refleja una temática diferenciada, todas giran e torno a
la aparición del pecado en el mundo, la naturaleza de los pecados
relacionados con los placeres terrenales y la consecuencias que el
disfrute de estos conlleva con los castigos del infierno.
En
esta obra el Bosco da testimonio de un estilo original aunque con
raíces en la tradición medieval. La pintura del Bosco fue muy
valorada por el rey Felipe II por su carácter moralizante lo que
hizo que adquiriera algunas de las mejores obras de este autor, hoy
día conservadas en el Museo del Prado. Igualmente, los pintores del
movimiento surrealista vieron en la Obra del Bosco un precursor del
mundo onírico que buscaban en su pintura definiendo su pintura como
la del "primer pintor surrealista", como por ejemplo Dalí
en “El gran masturbador”.
CRISTINA
MORENO ALGAR 2ºC.
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