EL
MARTIRIO DE SAN MAURICIO
“El
martirio de San Mauricio” se trata de una pintura realizada al óleo
sobre lienzo entre 1580 y 1582, por el Greco y perteneciente al
Renacimiento español. Se encuentra en el Monasterio de San Lorenzo
de El Escorial.
El
cuadro presenta una escena que se desarrolla en un pedregal, y se
divide en dos niveles: uno celestial, y otro terrenal. En el nivel
celestial podemos ver representado un Rompimiento de Gloria, formado
por ángeles músicos, mientras otros portan palmas y coronas de
triunfo y
en el nivel terrenal se diferencian dos planos: Un primer plano en el
que aparecen
los legados y los oficiales formando una composición circular,
vestidos con indumentaria de la época, con corazas que dejan
entrever la musculatura; adoptan unas actitudes artificiosas. En este
grupo se incluye el retrato del monarca San Mauricio, (vestido con
una coraza azulada y barbado). En el segundo plano del mundo terrenal
se encuentra el martirio de la legión, vestidos con túnicas
semitransparentes o desnudos y es en esta zona donde los rasgos
manieristas son patentes.
Entre
las características más manieristas de su pintura podemos apreciar:
la deformación de las figuras alargadas, la suavidad de los gestos,
los colores fríos que emplea en el cuadro. Otra característica del
Greco, que irá acentuando con el tiempo, y que se debe a su
ascendiente bizantino, es la ausencia de arquitecturas (que emplea
por influjo veneciano en sus primeras obras).
La
luz parece irreal, y parece incidir más en la zona del martirio
colectivo. Además, existe escasa profundidad. La escena se
desarrolla en un espacio que es irreal, en el que la ausencia de la
vegetación aumenta la sensación de la falta de vida.
Según
cuenta la leyenda, San Mauricio era el jefe de una legión egipcia
del ejército romano en la que todos profesaban el cristianismo.
Durante su estancia en las Galias recibieron la orden del emperador
Maximiliano de realizar una serie de sacrificios a los dioses
romanos. Al negarse, la legión que mandaba el santo fue ejecutada,
siendo martirizados sus 6.666 miembros.
Como
podemos observar en el cuadro,
los legionarios (en el segundo plano) se sitúan en fila, esperando
el turno para ser ejecutados. El verdugo se sitúa de espaldas, sobre
una roca, y junto a él vemos de nuevo a San Mauricio, reconfortando
a sus hombres y agradeciendo su decisión. Un hombre degollado
refuerza la idea del martirio, exhibiendo un fuerte escorzo.
Con
este cuadro, se busca destacar la fuerza de la fe para mantener las
creencias, a pesar de las tentaciones, y llegar al sacrificio si es
preciso.
“El
Martirio de San Mauricio” fue encargado en 1580 por Felipe II para
decorar una de las capillas laterales de la Basílica del Monasterio
de San Lorenzo de El Escorial. Doménico tardó casi tres años en
pintar esta soberbia obra en su taller de Toledo, entregándola
personalmente a finales de 1582, lo que demuestra que el pintor
quería conseguir el favor de Felipe II y la oportunidad de poder
trabajar en la decoración de El Escorial. A su regreso de Portugal
en 1583, el rey pudo ver la obra pero no resultó de su agrado,
aunque su calidad artística le fue reconocida al tasarse la obra en
800 ducados.
Con
este cuadro, El Greco fracasó para siempre en sus intentos de
conseguir el mecenazgo real de Felipe II, por lo que acabó relegado
a una estancia secundaria del Monasterio, la Sala de Capas o
Sacristía de Coro. La versión que realizó Rómulo Cincinato en
1584, se consideró como un verdadero modelo de corrección
arqueológica para su sustitución en la capilla, donde hoy continúa
figurando.
Bibliografía:
CRISTINA MORENO ALGAR 2ºC.
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