domingo, 21 de enero de 2018

Renacimiento en España: Santo Entierro


 



 Santo Entierro 


 

 CONTEXTO HISTÓRICO

 

 El santo entierro o Entierro de Cristo es una obra escultórica realizada en madera policromada, en la que destaca sobre todo el color dorado, por el escultor renacentista Juan de Juni (1506- 1577). Se encuentra en el Museo Nacional de Escultura, Valladolid (España).


Juni comenzó su formación en su Francia natal, viajó a Italia y su destreza para trabajar con gran realismo todo tipo de materiales, le valió una fama y reconocimiento bien merecidos. Juni recae por primera vez en España cuando le es encargado algunos relieves de la fachada de San Marcos en León, posteriormente trabajará en la ciudad de Salamanca y finalmente decide trasladarse a Valladolid para realizar este encargo por el cántabro franciscano fray Antonio de Guevara quien le manda construir en el vallisoletano convento de San Francisco (hoy desaparecido) su primer conjunto escultórico.  Allí el escultor estableció su taller realizando diversos encargos hasta su muerte en 1577.


La escena del Santo Entierro tiene su precedente en el género del Llanto sobre Cristo muerto que Juni conoció durante su estancia en Italia. Pero la composición que hace Juni y los valores estéticos de la madera policromada la convierten en una obra maestra con mayor impacto visual que los modelos italianos. La colocación en el sepulcro, como un episodio congelado de teatro sacro, tuvo un gran éxito en Europa, y de forma muy especial en el área borgoñona, donde se formó Juni; se puede encontrar cantidad de ejemplos de calidad tanto en Francia, como en Italia y en España.

ANÁLISIS


Siete personajes representados.
 

Como vemos, aparecen siete personajes representados, los cuales están individualizados y cada uno representa una acción. Nos llama la atención que uno de ellos parece estar dirigiéndose al público que lo observa. Este tema no era muy común, por entonces en España, por tanto  esta iconografía procedía de la  influencia de Italia de los temas de llanto sobre Cristo muerto como en Mantegna y también de los sepulcros funerarios de Borgoña, región  natal del escultor con influencia del gran escultor Claus Sluter.


La composición es simétrica y cerrada ocupando el lugar central el cuerpo de Cristo dispuesto ya en el ataúd en cuyo centro existe una inscripción en una cartela “Nos in electis sepulchris nostris sepeli mortuum tuum” (sepulta a tu difunto en la mejor de nuestras sepulturas). Las figuras tienen una proporción o canon algo más grande que el cuerpo humano y dotadas de gran volumen, influencia de Borgoña y de Miguel Ángel, los rostros son también bastante anchos y las vestiduras son voluminosas y amplias.

Destaca Jesús
José de Arimatea nos enseña la espina.
Los personajes lloran su muerte.
Nicodemo.

 Destaca el cuerpo de Jesús de anatomía poderosa  tapado con el paño de pureza y con policromía: sangre, zonas tumefactas moradas para resaltar las venas. Su cabeza muy bien tallada, con los entrantes y salientes de la barba y rizos del pelo, la tiene girada hacia  el espectador. A su alrededor seis figuras más se disponen a embalsamarlo y llorar su muerte. Cerca del espectador, en la cabeza de Cristo, se encuentra José de Arimatea. El personaje cubre la cabeza con un turbante, tiene una rodilla en el suelo y gira su tronco para mostrar en su mano una espina que le ha quitado de la cabeza  para indicarnos el dolor sufrido. El rostro de Jose de Arimatea está arrugado y triste, tras él Salomé sostiene la corona de espinas y un paño. En la esquina contraria María Magdalena, que es representada como una joven de gran belleza y vestidos elegantes lleva un ánfora y un paño, aparece hablando con Nicodemo de edad madura, cuerpo robusto, larga barba y larga melena recogida por una cinta (Laocoonte). Este aparece mirando al cielo como suplicando, agarra un paño con el que ha limpiado el cuerpo de Cristo y en la otra mano un ánfora con ungüentos. Las dos figuras centrales que aparecen tras el cuerpo del yacente son María, la Madre de Dios, y San Juan, el discípulo amado. La Virgen cae sobre el cuerpo de su hijo muerto en un gesto de profunda tristeza y dolor, mientras San Juan trata de consolarla y erguirla.

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