jueves, 22 de marzo de 2018

COMENTARIO ARTE NEOCLÁSICO

LA MAJA DESNUDA

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La maja desnuda” se trata de un óleo sobre lienzo de 98x191 cm, perteneciente al arte Neoclásico, concretamente pintado entre 1799 y 1803, por Francisco de Goya. Actualmente se encuentra en el Museo del Prado, en Madrid.

Se trata de un retrato de cuerpo entero de una joven mujer recostada plácidamente en un diván de terciopelo verde, con almohadas y colcha, que mira fijamente al observador. Sigue la tipología tradicional de la diosa Venus tendida sobre el lecho.

El diván y la mujer se sitúan en un lugar oscuro e indefinido, neutro, que carece de cualquier referencia espacial. La mujer se dispone con los brazos entrecruzados por debajo de la cabeza, lo que hace que sus senos se separen, y recoge ligeramente sus piernas para marcar la flexión curvilínea de la cadera y los muslos, cerrándolas con elegancia. La figura de la mujer atraviesa el lienzo en diagonal, lo que obliga al observador a recorrer el cuerpo de izquierda a derecha, desde los pies hasta el rostro, pasando por el vientre y el ombligo. La expresión resultante es la de una mujer pícara, casi audaz, que sonríe y mira satisfecha y orgullosa, sin pudor, al mostrar sus encantos femeninos.

Desde el punto de vista formal, en la obra destaca la precisión del dibujo con el que Goya modela la figura femenina y el predominio de una gama cromática fría, en la que destacan los tonos verdes, en contraste con los blancos nacarados y los rosas, que dan mayor calidez.

La pincelada es muy empastada, aunque no es tan larga como es habitual en el estilo del artista, salvo en los volantes de los almohadones y las sábanas, en la que ésta es mucho más suelta y abocetada. La figura, situada en primer plano, está realizada de forma minuciosa, con una gran perfección académica. Las carnaduras y los sombreados han sido tratados con mimo, para destacar las formas voluptuosas de la mujer. El foco de luz, procedente del exterior, incide sobre el cuerpo de la mujer, contrastando con la atmósfera tenebrista, neutra, de la estancia, que hace resaltar aún más el cuerpo desnudo perfectamente iluminado.

La Maja desnuda es la primera figura femenina de la historia de la pintura que muestra el vello púbico, poniendo de manifiesto su originalidad. Además, no es ninguna imagen mitológica sino una mujer de carne y hueso, una imagen moderna como más tarde haría Manet en su Olimpia. Por eso, la Maja desnuda tiene tanto éxito entre los numerosos visitantes del Museo del Prado.


La obra aparece citada en torno al 1800 como parte de las pinturas que se hallaban en el gabinete del valido (primer ministro) del rey Carlos IV, Manuel Godoy, emparejada con otra semejante: “La maja vestida”, realizada posteriormente. Se desconoce quién las encargó, aunque todo hace suponer que ambas majas fueron encargadas por el propio Godoy para decorar su despacho, junto a la “Venus del espejo” de Velázquez y otro desnudo de la escuela veneciana, ya que era aficionado a las pinturas de desnudos femeninos.

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La maja vestida (arriba) y La maja desnuda (abajo).

Se apunta la posibilidad de que la Maja sea la Duquesa de Alba, Doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, a quien Goya estaba estrechamente unido desde que enviudó ésta y se trasladaron juntos a Sanlúcar de Barrameda. Bien es cierto que su rostro no corresponde al de las Majas, pero es evidente que los rostros son estereotipados, como ya hacía en los cartones para tapiz, precisamente para que no fuera reconocida. Incluso se ha llegado a decir que es el rostro de la Duquesa visto desde abajo.

En esta obra Goya rompe con la tradición iniciada en el Renacimiento, aunque parta de las referencias históricas: Velázquez, Tiziano, Rubens, etc. nos ofrece una mirada moderna sobre una mujer de su tiempo, sin idealización alguna, llena de sensualidad y erotismo; Goya pinta, en fin, el deseo, para solaz de quien le encargó la pintura, pues no hay que olvidar que era un encargo privado, y peligroso, aunque hoy cuelgue en las paredes del Prado.

La influencia de esta obra es enorme en los pintores posteriores; Eduard Manet, preculsor del Impresionismo, pintará su Olimpia, teniendo como referencia la maja de Goya, como se aprecia en el descaro con el que la mujer observa al espectador.

Bibliografía:




2 comentarios:

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    1. Esto es un blog escolar los mensajes de este tipo sobran, además llamar Pu... a una obra de Arte es un dislate...por favor, dedíquese a otra cosa

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