domingo, 29 de octubre de 2017

COMENTARIO ARTE ROMANO



EL TEMPLO DE PORTUNO O DE LA FORTUNA VIRIL

El templo de la Fortuna Viril es una de las obras arquitectónicas de los últimos años de la República Romana que en mejores condiciones de conservación ha llegado hasta nuestros días. Sus pequeñas dimensiones y los diferentes usos que ha tenido a lo largo de su historia han hecho que esta pequeña construcción llegue casi intacta hasta nuestros días.

Pese a que en la actualidad este pequeño templo romano es conocido como El Templo de la Fortuna Viril, en su origen la construcción se encontraba dedicada a Portuno, dios romano de las puertas, la ganadería e incluso de los puertos marítimos. Según estudios recientes algunos historiadores han encontrado semejanzas entre Portuno y el dios Jano, ya que ambos han sido representados con las llaves en la mano.

La obra fue construida hacia el año 100-80 a.C. en el Foro Boario –un espacio a las afueras de la ciudad de Roma situado en la orilla del Tíber- y está orientado hacia el puerto fluvial de Roma. Se trata de uno de los templos más representativos de la época republicana. Desde el siglo V la construcción pasó a ser una iglesia dedicada a Santa María Egiziaca, una antigua prostituta convertida al eremitismo. En la época renacentista el templo pasó a manos de una orden monacal y en sus inmediaciones se levantaron algunas construcciones que fueron posteriormente derribadas.

Este templo es una pequeña construcción levantada siguiendo los mismos cánones que los templos griegos, aunque con la huella característica de Roma. Está elevado sobre un pequeño podium y no sobre una grada escalonada como en el templo griego. Además la escalinata frontal de acceso privilegia esta visión frontal y también lo aparta del modelo griego que repartía el protagonismo entre las cuatro fachadas. Se incorpora así este templo a las exigencias de elevación, frontalidad y axialidad íntimimamente unidas a la concepción del templo italorromano. Este templo posee planta rectangular con cuatro columnas –tetrástilo- exteriores en el lado corto y siete en el lado largo del rectángulo que se adosan al muro de la cella y que hacen de éste un templo pseudoperíptero.

Los romanos heredan de los etruscos su realismo, pero reciben también el idealismo griego. Los templos etruscos, de material deleznable (arcilla, adobe, madera) apenas se han conservado pero sabemos que tenían gran parecido con los arcaicos griegos, con algunos matices diferenciales.

De los etruscos heredan que los templos sean en muchos casos pseudoperípteros, que apenas existen en Grecia. Así vemos que los romanos confunden y mezclan los elementos estructurales con los decorativos y estas columnas adosadas rompen la monotonía visual del muro liso, incorporando el ritmo, compartimentando el espacio, seleccionándolo y creando un módulo. Esta será una herencia que pesará en Occidente hasta nuestros días. Muchos edificios renacentistas y neoclásicos utilizan frontones sin función estructural, exclusivamente ornamental.

En los templos griegos la planta se divide en tres zonas: pronaos, naos o cella y opistodomos. De los etruscos heredan la ausencia de opistodomos. En la imagen vemos la pronaos con cuatro columnas al frente y una exenta en el lateral a modo de vestíbulo, con doble hilera; a continuación la naos o cella, aquí cerrada con el muro y que suele dividirse en tres, en honor de la Triada Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva). No tiene opistodomos. Pero no debemos olvidar que los modelos griegos invadieron todos los campos del arte romano. En la etapa republicana (510-31 a. C.) a la que pertenece este templo, hay una progresiva helenización de la arquitectura. Sin embargo, los romanos muestran su originalidad al no imitar sin más, sino crear nuevas realidades en las que se identifica lo propiamente romano.

Incorporan todos los órdenes griegos y aportan dos suyos: el toscano y el compuesto. Aquí el orden jónico origina un templo esbelto, ágil, evitando la robustez del dórico, las proporciones matemáticas están presentes en sus elementos, en los intercolumnios, etc. Es la huella de Grecia y de su idea del hombre como medida de todas las cosas. Todavía en la República no existe el colosalismo del Imperio Romano avanzado.

Las columnas y semicolumnas utilizadas son de orden jónico, la basa está conformada por el collarino, equino y ábaco, y el fuste es acanalado con aristas vivas aunque en esta ocasión se ha recubierto de estuco con el fin de otorgar a la construcción de mayor esbeltez. Especial mención merece el capitel de las columnas que además de presentar las típicas volutas de estilo jónico presenta unas pequeñas palmetas decorativas muy similares a las que aparecen en el Templo de Priene.

En el entablamento el arquitrabe es liso, tan sólo recorrido por tres platabandas poco desarrolladas y friso sin decoración. Especial mención merecen los frontones que, si bien carecen de decoración, están muy desarrollados y con gran voladizo de las cornisas. La cubrición se realiza a través de un tejado a dos aguas con techumbre de madera.

El material de construcción es piedra para las columnas, el entablamento y el frontón, para el muro, opus caementicium y la techumbre, que no suele conservarse, es de madera.

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