lunes, 27 de noviembre de 2017

COMENTARIO ARTE MUSULMÁN



Salón Rico de Medina Azahara

El llamado Salón Rico es la zona más importante del palacio de Medina Azahara. Formaba una unidad con los jardines aledaños y era el corazón palaciego de la ciudad. Fue construido entre el año 953 y 957, siendo utilizado por los califas como sala de recepciones y de celebración de las principales fiestas religiosas, para recibir a los visitantes oficiales, quedando éstos extasiados ante la riqueza que tenían frente a sus ojos. Es un edificio cuadrangular que tiene tres naves, separadas por arquerías de herradura, descansando sobre columnas y precedido de un pórtico de ingreso. Así, se repiten los principios constructivos de la Mezquita, utilizando la misma bicromía en los arcos -el rojo del ladrillo y el blanco del mármol- y la decoración vegetal y epigráfica, realizada en tableros de estuco. La sala se cubre con un techo plano. Ante el Salón Rico se hallaba un jardín dividido en cuatro partes, ocupando el centro un pabellón rodeado de estanques, jardín de clara inspiración persa. La brevedad cronológica y la efímera vida de Madínat al-Zahra nos aseguran no obstante estar ante la presencia de un conjunto decorativo y arquitectónico muy unitario, lo que nos permite admirar en este salón, sin añadidos posteriores, el arte califal omeya del reinado de Abd al-Rahman III en todo su esplendor.

El Salón Rico o de Abderramán se encuentra cerca de Córdoba, donde aún se conservan numerosos restos. La ciudad de Medina Azahara fue concebida como un conjunto que comprendiese los edificios necesarios para la vida del monarca, para el gobierno y para el culto islámico, a modo de ciudad regia o palacio-ciudad. En el año 711, los árabes entraron en la Península Ibérica, aunque la mayoría de los invasores no eran árabes, sino bereberes del norte de África, a los que luego se sumaron sirios. Los musulmanes consiguieron mezclarse con los habitantes de la Península y pronto se sintieron identificados con ésta. Esto hizo que los musulmanes comenzasen a adaptar elementos de las culturas romana y visigoda. Desde el 711 hasta 1492 hubo diferentes períodos islámicos que marcaron las etapas del arte hispanomusulmán. En este caso, el Salón Rico de Abderramán pertenece al período cordobés.

Nos encontramos ante un salón que pertenece al Palacio de Abderramán de Medina de Azahara desde una vista interior. Pero, el Salón Rico no es propiamente un único espacio, en realidad se trata de un conjunto de espacios y salas compartimentadas, formando todas ellas un único salón dividido por arcadas. El salón tiene una planta basilical de tres naves. El eje central del conjunto es la nave central longitudinal, separada de las restantes naves laterales por un conjunto de seis arcadas de herradura a ambos lados, mientras que de la transversal, se separa por tres arcos también de herradura. Las cabeceras de estas tres naves aparecen decoradas por arcos de herradura cerrada, en uno de los cuales, el central se supone que era donde estaba situado el trono desde donde el califa dirigía el ceremonial palatino. Junto a estas tres naves centrales y en paralelo, flanqueando ambos lados, se sitúan dos naves exteriores divididas en tres cámaras de desigual tamaño. El Salón Rico está compuesto de piedra arenosa, y el resto de la superficie de la pared está recubierto con finos paneles decorativos tallados en mármol. Se trata de una obra arquitectónica arquitrabada. Destacamos su espectacular decoración: En primer lugar hay que destacar los arcos de herradura cerrada califal con policromía bicolor y con la característica de dovelas en rojizo y en tonos color carne provenientes de la piedra arenosa, semejantes a los de la mezquita de Córdoba. Los arcos a su vez, están sostenidos por columnas de mármol de la mejor calidad, que alternan los tonos rosados con los azules claros, produciendo así un curioso juego de colores. Los fustes de las columnas aparecen rematados por los característicos capiteles de avispero.

El resto de la superficie de la pared se recubría íntegramente con finos paneles decorativos tallados en mármol. El tema elegido para los paneles tenía un alto simbolismo cosmológico, algo muy en concordancia con la techumbre de madera que recubría la estancia, donde estaban representadas las estrellas en una clara alusión al firmamento. El motivo labrado en los paneles representaba el árbol de la vida, un motivo exportado desde el viejo oriente. Los tableros eran ejecutados de manera simétrica sobre un eje. Por otra parte, el relieve cortado verticalmente le proporcionaba a la decoración una calidad gráfica abstracta, mientras que la decoración interna, cortada también de manera dura, estaba constituida por facetas y cogollos de hojas, así como cálices de flores, que son motivos muy típicos del arte hispano-omeya.


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