COMENTARIO
ARTÍSTICO DE UNA PINTURA. LA PRIMAVERA.
INTRODUCCIÓN.
La primavera es una obra realizada por el pintor
renacentista Sandro Botticelli. Data de 1478 por lo que pertenece al
Quattrocento y fue encargada por Lorenzo de Pierfrancesco de Medici, para la
Villa de Castello. La obra actualmente se encuentra en la galería de los Uffizi
(Florencia, Italia).
COMENTARIO.
La
Primavera o la Alegoría
de la Primavera es una de las obras maestras de Sandro Botticelli. La
técnica utilizada para su elaboración es temple sobre tabla. En esta obra el
autor representa un bosque de naranjos y laureles, con un suelo repleto de
vegetación propia de la Toscana que suele crecer en el mes de mayo y en el
fondo el cielo azul. El bosque es ordenado y vertical, casi plano y severo, a
la danza y el corro. En el centro de la composición aparece Venus, diosa del
amor, la cual llama la atención del espectador al encontrarse en el centro de
la composición y llevar ropajes de colores llamativos como el rojo. Estos
colores tan vivos, como explicaremos después eran propios de Botticelli. A la
derecha de la composición observamos nos encontramos con Céfiro, dios del
viento, quien pintado de azul y alado persigue a la ninfa de la tierra Cloris.
Podemos ver además como la ninfa se
transforma en Flora, diosa de la vegetación que mira al espectador. En la
cabeza lleva violetas, en el cuello una corona de mirto y lanza clavelinas,
nomeolvides, anémonas, etc. En la parte izquierda de la composición encontramos
a las tres gracias, castidad, belleza y el placer quienes con los dedos
entrelazados y bajo velos semitransparentes danzan. Castitas que se encuentra
de espalda dirige su mirada hacia Mercurio, mensajero de los dioses. Con túnica
corta roja, capacete y espada, aparece el guardián del bosque. Y por último, y
no menos importante, se puede ver a Cupido encima de Venus, quien con sus ojos
vendados y dirige sus flechas hacia ellas. Todas las figuras destacan contra el
fondo por la claridad de su piel y sus ropajes, de colores claros e incluso
transparentes.
Estamos ante un cuadro de 203 x 314 cm. El
tamaño abismal de este cuadro es una característica propia de la época que
permitía el dibujo de personajes de tamaño natural que hacen que el espectador
tenga la sensación de estar inmerso en la escena representada. Aunque lo que
llama la atención es que el tamaño abismal se reservaban para obras religiosas.
Botticelli pone especial atención al detallismo de la obra, esto puede verse en
las diversas piezas de orfebrería, representadas minuciosamente, como el casco
y la empuñadura de Mercurio o las cadenas y los broches de las gracias.
Algunas figuras estaban inspiradas en esculturas
antiguas, pero adaptadas al lenguaje propio del artista quien buscaba la
belleza ideal. Son figuras de elevada estatura, delgadas y ligeramente
alargadas. Renuncia a la representación científica de la realidad es decir la
perspectiva y el naturalismo, con un dibujo dinámico, sinuoso, nervioso y
riqueza cromática.
Tiene gran importancia la línea que dibuja los
contornos y perfila los detalles. Los colores son suaves pero es sin duda la mezcla
de las gamas cálidas como en Mercurio y Venus y las gamas frías como en Céfiro
las que hacen resaltar el cuadro especialmente debido al juego que hacen con
colores tan vivos como el rojo y el verde que podemos ver en Venus. El color
tiene un gran protagonismo es esta obra. También podemos resaltar la gran
cantidad de veladuras que se realizan en la obra que detallan las carnaciones
sensuales y la calidad de las telas. Las figuras destacan aún más si es posible
gracias al fondo oscuro, pues las figuras presentan una piel muy clara. No hay
mucho volumen, ni perspectiva, pues Botticelli se caracteriza por considerar
más importante la representación de los personajes y su protagonismo frente a
la creación de paisajes, a pesar de que la perspectiva era una característica
propia del Renacimiento.
La finalidad de la obra es simplemente
decorativa pues fue encargada al pintor por
Lorenzo di Pierfrancesco di Medici. La obra es de tema mitológico, un
género que apareció en la pintura clásica en Grecia y Roma, se recupera en el
Quattrocento y perdura hasta el siglo XVIII como uno de los más importantes, ya
que permite alegorías como la presente en esta obra. Por último, en cuanto a la iconografía,
podría decirse que es uno de los problemas que presenta esta obra debido a la
gran cantidad de personajes distintos y de mitos diversos todos mezclados en
una misma obra que dificultan la correcta lectura iconológica del mismo.
BIBLIOGRAFÍA.
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