Última cena
- CONTEXTO HISTÓRICO
La Última Cena de Leonardo Da
Vinci es un fresco de 4,60 x 8,80 metros pintado entre 1495 y 1498, en la pared
del refectorio de la iglesia de Santa Maria delle Grazie (Milán), elegida por
el duque Lodovico como capilla y mausoleo de familia, y cuyo tribuna y
presbiterio había hecho renovar por Bramante en 1492.
El momento histórico marca la
transición del Quattrocento al Cinquecento.
Un nuevo centro artístico tomará protagonismo, Roma, y unos nuevos
mecenas, los Papas. Allí acudirán los tres grandes genios de la pintura del Cinquecento:
Leonardo, Rafael y Miguel Ángel. Aunque Leonardo abandonará Italia para ubicarse
en la corte de Francisco I de Francia.
Leonardo Da Vinci |
Leonardo es el hombre que mejor
representa lo que fue el humanista A lo
largo de su vida, Leonardo se dedicó a la constante exploración: diseñador de
aparatos de ingeniería, investigador del cuerpo humano, la óptica e incluso la gastronomía. De entre todas estas ocupaciones,
probablemente fuera la pintura la que más le permitió expresarse.
- LA OBRA
La obra se encuentra muy
deteriorada desde el mismo momento de su realización, y ha ido empeorando con
el tiempo, las restauraciones y los repintes. En la época de Leonardo era
frecuente medir la habilidad de un pintor por su capacidad para pintar al
fresco. Esta técnica es muy exigente y precisa de una gran labor previa para
poder ejecutar el trabajo metro a metro, sin repintes, sin bocetos, sin
correcciones. Leonardo jamás controló esta técnica. A cambio, inventó un método
personal que le permitía corregir lo ya pintado. Sin embargo, los aglutinantes
empleados o la calidad de los pigmentos no fue la óptima, y el color se degradó
a los pocos meses de ser ya terminada. A ello se suman los problemas de humedad
del refectorio, así como diversos avatares históricos: dos restauraciones en el
siglo XVIII, el uso del refectorio como arsenal en la guerra de 1800, nuevas
restauraciones...
El encargo de la Ultima Cena lo
efectuó Ludovico el Moro, duque de Milán. Lo quería para el monasterio de Santa
María delle Grazie, que había convertido en la capilla familiar de los Sforza.
El duque solía ir a cenar los jueves con el abad, y pidió a Leonardo que adornara
la sala con este fresco. La composición de Leonardo ha resultado crucial.
Perspectiva
Punto de fuga de Jesús. |
Usando la horizontalidad teatral
pinta una gran mesa cuadrada, los apóstoles sentados alineados a ella con
Jesucristo en el medio y detrás una sala grande con ventanas al exterior, viéndose
un paisaje montañoso en ellas; todo bajo un techo de vigas de madera. La visión
desde las ventanas aporta perspectiva y una visión hasta la lejanía por el
paisaje que desde ellas se aprecia. Todo ello elaborado con formas cuadradas
(las ventanas, la mesa, la caída del mantel en la mesa, el techo, los varales
rectangulares). Es observable la perspectiva lineal o geométrica: las paredes
se estrechan y el techo desciende a la vez que las vigas de madera se reducen teniendo
como punto de fuga Jesús.
Color
Se establece un equilibrio entre los colores. Por ejemplo el
frío azul y el cálido rojo que se unen en la figura de Jesús. En las paredes dominan colores que no llaman la
atención, ocres o marrones, así no nos distraemos del tema y acción del cuadro.
Leonardo ilumina la escena con luz artificial a su conveniencia también;
prescinde de la iluminación natural que suministrarían las ventanas traseras y
solo la usa para difusamente aureolar la cabeza de Cristo, sustituyendo a los
atributos conocidos, durante este momento que anuncia la traición de Judas,
para dar un contraluz.
Organización
Su éxito se basa en la fuerza
psicológica de la escena. Contra lo habitual hasta el momento, el pintor no
centra la escena en el momento de la consagración del pan, la institución de la
Eucaristía, sino en el momento en el que Cristo denuncia la traición de uno de
los discípulos. Ante su palabra, cada discípulo reacciona de una manera
diferente, lo que permite realizar a Leonardo un completo estudio de los
temperamentos humanos: la cólera, la sorpresa, la incredulidad, la duda... la
culpabilidad. Judas no está, como tradicionalmente, a un extremo de la mesa,
sino en medio, sin hablar con nadie. Es sabido que Leonardo utilizó personas
reales como modelos para los personajes del mural. Incluso se retrató a sí
mismo el segundo empezando por la izquierda como se puede ver en la imagen.
La manera tradicional de
organizar un grupo tan abundante en un friso horizontal, se solía colocar dos
grupos de seis a ambos lados de Cristo. Pero Leonardo los distribuye en grupos
de tres.
El cuadro tiene ritmo por las
actitudes de los apóstoles, la importancia de los gestos y las manos:
Judas aferrando la bolsa de las monedas. |
En el primer grupo a la izquierda: Bartolomé, Santiago el Menor y Andrés
hablan entre ellos, incrédulos‚ de lo que oyen. En el segundo, Pedro se inclina
hacia Cristo, detrás de la figura de Judas, que se retrasa aferrando la bolsa
de las monedas; a su lado Juan, pensativo y joven como el discípulo predilecto.
Sitúa la mano de San Pedro entre ambos, diferenciando la inocencia y la
traición (la posición de Pedro y Juan ha
dado lugar a la hipótesis planteada por D.Brown en su libro el Código da Vinci en la que sostiene que Pedro está amenazando a María Magdalena).
Derecha. |
En la parte derecha, Tomás
levanta un dedo, al lado de Santiago Mayor y Felipe. El último grupo formado
por Mateo y Simón se dirige gesticulando a Tadeo que está en un extremo de la
mesa.
La comprensión de esta obra resulta del estudio de De amore, de Ficino.
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