La Anunciación
La Anunciación de Fra Angelico
(1400-1455) es una obra realizada en témpera y oro sobre tabla de estilo
renacentista que, actualmente, se encuentra en el Museo del Prado (Madrid). Esta obra
fue realizada para el altar derecho de la iglesia del convento de Santo Domingo
en Fiesole, Florencia. Esta pintura fue realizada durante diez años, durante su
etapa de juventud, entre 1435 y 1445, es decir, en pleno Quattrocento, para
Santo Domingo de Fiesole, que lo vendió en 1611 al duque Mario Farnese. Su
familia tenía relaciones diplomáticas y comerciales con España desde el s. XVI,
por lo que el cuadro termina como regalo a un noble español, ornando diversos
templos hasta llegar al Prado en 1861.
El retablo se completa con las escenas del banco.
El famoso retablo del convento se
completa con las escenitas del banco o predela, otra tabla más estrecha situada
debajo del tema principal. Estas escenas son, por orden de lectura, el
Nacimiento de María, sus desposorios con José, la Visitación a Santa Ana, la
Epifanía de Jesús, la Purificación y el Tránsito del alma de María tras su
muerte.
Adán y Eva siendo expulsados del paraíso.
En esta delicada tabla podemos
apreciar como tema principal la Anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen
María. En la tabla principal se puede contemplar junto a la Anunciación una
escena secundaria, que muestra el momento de la expulsión de Adán y Eva del paraíso.
Las dos escenas se conjugan fingiendo que Adán y Eva se encuentran en el
exterior del mismo ámbito, en el jardín al que se abre el pórtico donde la
Virgen recibe al arcángel. Esto es un recurso que utiliza el fraile para
simbolizar el pecado original cometido por Adán y Eva, y su redención en la
tierra, que es la encarnación de Cristo en María. Así nos cuenta
simultáneamente el principio y el final del Antiguo Testamento, al tiempo que
anuncia el Tiempo Nuevo, tras la venida de Dios a la tierra.
Fra Angelico establece una
jerarquía de tamaños para establecer un orden temporal: las figuras más
pequeñas -Adán y Eva- son las más remotas en el tiempo; las mayores son las más
cercanas al cristiano, así como las más importantes en la acción. El marco arquitectónico
en el que se desarrolla no es más que una mera referencia espacial, que se ve
desbordada por las propias figuras: si la Virgen se pusiera en pie no cabría en
la estancia. Las columnas son funcionalmente imposibles, porque sus fustes son
demasiado delgados para sostener el techo.
Los riquísimos ropajes que llevan el arcángel y la Virgen.
Los colores, la elegancia de la
habitación es una alusión a un marco refinado, principesco y tocado por la
divinidad, el único posible para el misterio de la concepción de María. También
los riquísimos ropajes que llevan el arcángel y la Virgen remiten a una imagen
noble de los personajes. El empleo de los colores azul y dorado indica un
cliente rico, ya que ambos colores se fabrican con minerales semi-preciosos y
son muy caros de elaborar. Otra alusión al cliente poderoso es el tratamiento
del jardín, sin profundidad ni perspectiva, que imita el fondo de un tapiz,
como los que en esa época se importaban de Bruselas.
La mano de Dios asoma desde el cielo.
La iconografía de la Anunciación
es la característica de la época: el arcángel que desciende a la presencia de
María, quien le recibe temerosa pero con sumisión al mandato divino -de ahí la
pose -; entre la Virgen y el arcángel hay un jarroncito con nardos blancos,
símbolo de su virginidad. La mano de Dios asoma desde el cielo para enviar en
un rayo dorado a la paloma del Espíritu Santo, hasta el oído de María, siendo
éste el momento de la concepción de Jesús.
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