COMENTARIO
ARTÍSTICO DE UNA PINTURA. INMACULADA CONCEPCIÓN DE LOS VENERABLES.
Laura Suárez Gil.
INTRODUCCIÓN.
Inmaculada Concepción de los Venerables o
Inmaculada de Soult, es un cuadro del pintor español Bartolomé Esteban Murillo, pintado hacia 1678. Pertenece a la
pintura barroca española, y se trata de una pintura religiosa, de devoción, muy
usual en la España del siglo XVII. Se conserva en el Museo del Prado de Madrid, donde destaca como una de las obras más importantes de
la última etapa del maestro.
COMENTARIO.
En esta obra, el pintor representa a la Virgen
como una joven morena, bella, tierna y dulce, flotando suavemente sobre nubes
esponjosas, en un gran rompimiento de gloria. Está vestida con túnica blanca y
manto azul, con las manos juntas sobre el pecho en actitud de plegaria y la
cabeza suavemente ladeada mirando al cielo. A sus pies hay una media luna.
Aparece rodeada de muchísimos ángeles (hasta 30, unos de cuerpo entero y otros sólo
aparecen sus cabezas). Es una imagen encantadora, llena de gracia y elegancia.
El grupo está captado de forma espontánea y
libre, en las más variadas actitudes y posturas, llenas de movimiento. En el
centro de la composición está la Virgen, de canon estilizado y rodeándola, en
movimiento curvo, los angelitos. Murillo los agrupa de forma desigual: abajo,
flotan once; a la izquierda hay siete cabecitas arriba y cuatro debajo; a la
derecha, tres arriba y cinco abajo. Unos son muy visibles mientras que otros
desaparecen en la penumbra, ya que hay varios planos de profundidad. El pintor
evita la frontalidad y destaca las líneas ondulantes en los abultados pliegues
del manto y las diagonales, con abundantes escorzos. La perspectiva es aérea y
presenta un estilo dinámico y escenográfico, teatral, pero sin violencia.
La luz es la protagonista del cuadro, Murillo
emplea una técnica iluminista. Sobre el fondo dorado, radiante, se recorta la
figura de la Virgen, envuelta en luz para indicar su carácter celeste. Su
rostro y vestido blanco irradian luz. La zona izquierda aparece muy iluminada,
mientas que la derecha está oscura o en penumbra abajo. Hay gran riqueza
cromática, el colorido es vivo, lleno de matices y predominan los tonos cálidos
y dorados, contrastando con los fríos y destacan el blanco y azul de la figura
central. Las pinceladas son sueltas, espontáneas, vaporosas y fluidas. La
técnica de Murillo es magistral. El dibujo pierde importancia ante el color y
la luz, aunque el pintor fue un gran dibujante. Los contornos están esfumados.
Observamos todas la características propias del
Barroco: composición movida y dinámica, con predominio de líneas curvas y
diagonales; color rico y variado, pero con un color predominante que da unidad
al cuadro, contrastes de luces y sombras; pérdida de importancia de la línea;
realismo y gusto por el detalle; falta de claridad y confusión, etc.
Murillo crea con la Inmaculada Concepción un nuevo tipo iconográfico que surge
ligado a la propaganda de la Contrarreforma.
Es la referencia iconográfica de la mujer del Apocalipsis dominando a Satanás, aunque
la serpiente no esté en el cuadro. Parece un cuadro realista pero está cargado
de símbolos: el vestido blanco y la dulce apariencia casi infantil de la Virgen
representan la pureza, la virginidad; el azul del manto nos indica que es la Reina del cielo, lo mismo que la
media luna, que también
simboliza el triunfo sobre el Islam; la cara con la mirada hacia el cielo,
llena de luz, expresa que es puente entre Dios y los hombres. La función de esta
imagen contrarreformista es "persuadir a los hombres a la piedad y
llevarlos a Dios". Pero además servía a la gente para evadirse de la
miseria que la rodeaba.
Bibliografía.
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