sábado, 28 de abril de 2018

Arte del siglo XX: Antonio Saura


Grito nº 7

 

Introducción 


Antonio Saura (Huesca, 1930-Cuenca, 1998) inició su carrera de pintor autodidacta en 1947. Muestra ya su lenguaje informalista en su exposición monográfica celebrada en el año 1956 en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid. 

Su pintura gestual, que encuentra sus raíces en métodos utilizados por el surrealismo, ofrece una profunda reflexión sobre la propia singularidad de la vertiente hispánica que culmina en la Guerra Civil española, cuyo contexto histórico marca el trabajo del artista. La violencia, el Grito, como titula esta obra, la rebeldía en la denuncia de la realidad española a través de imágenes pertenecientes a la iconografía de los maestros del pasado, como las inspiradas en la Crucifixión de Velázquez, se transcriben en su obra en un gesto pictórico expresionista. Saura, en muchas de las pinturas de esta época, apoya directamente el tubo sobre la tela o lo aplica con espátulas y otros utensilios, utilizando un colorido reducido principalmente a blancos y negros, o en palabras del propio artista, a «luz y tinieblas». 

Características de la obra 


Saura aborda la tradición desde la vanguardia, utilizando el expresionismo hispano a la luz de una nueva época. La importancia del gesto espontáneo del pintor, la apertura del espacio pictórico y la nueva utilización de los pigmentos plasmados en el lienzo mediante chorreados y salpicaduras, suponen la impronta de la nueva relación crítica del artista con la representación de la realidad, concepto que fundamenta la nueva pintura informalista.

En Grito nº 7 (óleo sobre lienzo- 1959) se reconocen las formas antropoides básicas -cabeza, brazos, manos, tronco, piernas y pies-, pero esquematizadas, desfiguradas hasta el desgarro, con el fin de resaltar la fuerza expresiva del grito que está llevando a cabo la figura que ocupa el lienzo. El personaje de Saura que estalla en un grito ensordecedor se disemina por todo el lienzo, sus extremidades estiradas al máximo ocupan todo el cuadro. La obra transmite un movimiento centrífugo, desde el interior del personaje se expande completamente por toda la superficie del lienzo.

La expresividad se refuerza de dos maneras: mediante la composición en aspa de la figura que expresa el grito y mediante las técnicas empleadas, el action paintng y el dripping. La pincelada se aplicó con una vehemencia y un vigor al mismo nivel de intensidad que la energía que exhibe la figura en su boca, manos y pies.

La gama de colores se reduce al mínimo. Se utilizaron el blanco, el gris y el negro y en diversas tonalidades. El gris se utilizó para llenar los espacios dejados por el negro y reforzarle en su función de color que estructura la composición. 

Bibliografía

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