sábado, 28 de abril de 2018

COMENTARIO ARTE DE LA PRIMERA PARTE DEL SIGLO XX



LAS SEÑORITAS DE AVIGNON, DE PABLO PICASSO


La obra que vamos a comentar es uno de los iconos del siglo XX y la iniciadora de un moviendo vanguardista denominado Cubismo. Fue pintada en 1907 por uno de los genios de la historia del arte: Pablo Picasso.

Picasso se inspiró en una escena de un prostíbulo de la calle barcelonesa de Avinyó. Durante 6 meses el pintor estuvo haciendo dibujos previos, cada vez más simplificados, eliminando lo anecdótico para quedarse únicamente con el espacio y las figuras; después lo transformó con violencia, y al fin lo dejó inacabado. Pero de todas formas, con él revolucionó el modo de concebir la pintura, aunque de momento no fuera entendido. Al parecer la obra fue concebida como una sátira erótico-alegórica-literaria de las obras en boga relacionadas con la Arcadia. Se trataba de cinco mujeres y dos hombres en la habitación de un prostíbulo, en torno a una mesa con frutas, flores, cortinas, etc. En principio la figura central sentada era un marinero, y la que entraba por la izquierda, un estudiante que llevaba una calavera. Placeres de la carne y de los sentidos enfrentados a la muerte, que configuraban una vanitas a la manera barroca, para reforzar la ironía antiacadémica. En las simplificaciones desaparecieron los hombres y las flores, quedando las mujeres. Del lienzo original pintado en la primavera de 1907 sólo quedan los desnudos centrales que miran al espectador. Es patente la norma del antiguo Egipto en la figura de la izquierda, mientras que el arte ibérico influye en el modelado de las cabezas, algunas de las cuales fueron violentadas en el otoño, tras el contacto de Picasso con las esculturas africanas

Se trata de un óleo sobre lienzo, con poca importancia de la factura. La composición es fuertemente geometrizada y en gran parte, simétrica. El predominio de las verticales le da un cierto carácter ascensional, aunque el formato sea cuadrado. La línea es una de las grandes protagonistas de la obra. Su aplicación es geométrica, descomponiendo a las figuras en formas básicas, de agudas esquinas que parecen interpenetrarse unas con otras. También podemos observar que el uso preferente de los cálidos vuelve más rotundas las formas que se desvinculan así del fondo en donde son utilizados los fríos y ocres. Pese a tener un cierto recuerdo de la realidad (el anaranjado de la piel), su tono saturado (muy fuerte) no puede ser considerado como realista y nos puede recordar (aunque en un menor grado) al utilizado por los fauvistas, que Picasso conocía. La luz no incide en el cuadro, creando zonas cromáticas puras y eliminando, casi por completo, el tradicional claroscuro. La perspectiva se encuentra abolida. El espacio tradicional ha desaparecido, convertido en formas geométricas que se interpenetran entre sí, pugnando por salir al exterior. Las figuras se realizan a través de formas geométricas simples, eliminando todo detalle (como es bien patente en los rostros).

Formalmente el cuadro está dividido en tres partes o franjas: la central es la más clásica de todas, aunque las figuras ya aparecen compartimentadas, incluso presentan diferentes puntos de vista; las mujeres desnudas, que por una parte tienen referentes en desnudos como las "majas", muestran la cabeza de frente, ojos algo de perfil y almendrados y largas orejas, influencia del arte ibérico y románico. En la zona inferior hay un bodegón con encuadre frontal y cenital.



Las otras dos franjas muestran mayor modernidad. En la parte derecha nos encontramos con otras figuras que tienen en sus rostros los recuerdos del arte africano (máscaras) e íberos. La mujer agachada presenta lo revolucionario, ya que simultáneamente muestra parte de su cuerpo de espalda y parte de frente, rompiendo con la perspectiva tradicional. En la parte izquierda, encontramos a una mujer cuyo cuerpo es anguloso o con planos picudos. El color de la cara y de gran parte del cuerpo es más oscuro que el de las mujeres centrales.






Sus formas se limitan a lo esencial y, aunque estamos todavía ante una representación figurativa, se van alejando del realismo tradicional, pues la realidad se va descomponiendo en formas geométricas. El resultado es una escena en que las distintas figuras han sido sometidas a un proceso de geometrización, con rostros que recuerdan a máscaras, con bocas apenas insinuadas, narices deformadas y ojos fuera de lugar.

Se piensa que Picasso en esta obra hace una reinterpretación de las figuras alargadas de El Greco, habiéndose señalado una influencia particular de su Visión del Apocalipsis. Esta obra fue expuesta por primera vez en 1916 en el Salon d’Antin.

Las Señoritas supusieron una verdadera conmoción en los pequeños círculos artísticos que la conocieron, convirtiéndose en un verdadero símbolo del arte moderno.
Con ellas Picasso inició el camino del cubismo, reduciendo la realidad a formas geométricas, tal y como ya había empezado a hacer (a finales del XIX) Cézanne. Junto a él, Picasso bebió de otros artes considerados bárbaros (arte africano e íbero o incluso el egipcio) que buscaban la simplicidad de las formas, no su transposición de la realidad.

En compañía de Braque, evolucionará al nuevo estilo a través de varias fases (negra, analítica y sintética), añadiendo, en época más tardía, los collages o la ruptura de la línea de contorno que irán progresivamente dificultando la lectura de la obra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario