domingo, 8 de abril de 2018

COMENTARIO ARTE DEL SIGLO XIX



EL DORMITORIO EN ARLÉS DE VAN GOGH

Nos encontramos ante “El dormitorio en Arlés”, un óleo sobre lienzo realizado en el año 1888. Su autor es el pintor post-impresionista holandés Vincent van Gogh. Este cuadro representa la habitación del pintor durante su estancia en la ciudad francesa con el mismo nombre.

Vincent van Gogh, más allá de la comercialización de la figura atormentada del héroe depresivo que se ha propagado en los últimos años, debería de ser considerado como un artista de propuesta expansiva extrañamente personal. "El dormitorio en Arlés" (1888) funge muy bien como un ejemplo ilustrativo. Casi sin formación académica, su obra resulta sumamente llamativa al tacto: el manejo de los volúmenes es tal que pareciera que la habitación, en este caso, estuviese torcida, volcada sobre sí misma, en un equilibrio incierto que remite a una realidad desfasada, a punto de colapsar sobre el espectador. Hay algo en las proporciones que funciona solamente sobre sí mismo, y que invita a una inmersión secundaria: primero, la de la perspectiva —como si se estuviese entrando al cuarto—; luego, la de la desestabilización, de la pérdida del suelo.


Autorretrato (1889)

Pareciera, entonces, que Van Gogh invita a una nueva experimentación de la realidad aparente, enfatizando siempre la intervención de la experiencia individual a cada espectador. El juego de sólidos, la pesadez, la necesidad imperiosa de querer que no se desplome sobre uno mismo: eso es Van Gogh, eso es Arlés en 1888, eso es el paso al siglo XX.

Van Gogh fue un hombre que sufrió muchísimo durante toda su vida. Un hombre ansioso y psicológicamente frágil. Sufría de depresiones y sus últimos años de vida los pasó recluido en institutos mentales. Los doctores en ese tiempo no sabían cómo darle un tratamiento apropiado a sus problemas mentales y emocionales. Lo único que sabían era que cuando él pintaba, este artista sabía exactamente lo que quería y porqué lo hacía.

Nos encontramos ante una de las tres versiones que realiza Van Gogh de su estancia en Arlés, en el interior de la casa amarilla donde convivió durante un breve espacio de tiempo con su amigo y pintor Gaugin.

La escena es sencilla. Una cama, una silla y varios cuadros colgados de forma desordenada en la pared de una pequeña habitación donde lo más destacado es el uso de la perspectiva deformada tan característica del autor que parece utilizar un objetivo de gran angular.

Al fondo la ventana apenas queda entreabierta sin dejar ver el campo, lo que aumenta el ambiente claustrofóbico de este pequeño espacio donde vive el artista.

El colorido de su pincelada es vibrante, como vemos en la colcha color sangre sobre la cama, y aunque su intención era reflejar la calma en la que vivía en su retiro, no consigue transmitirnos esa tranquilidad.

Sobre el tema de su dormitorio, Van Gogh realiza tres cuadros casi idénticos. El primero, conservado en el museo Van Gogh de Ámsterdam, fue ejecutado en octubre de 1888 y se deterioró en una inundación ocurrida durante la hospitalización del pintor en Arlés. Cerca de un año después, éste emprende la realización de dos copias: una, de mismas dimensiones, se conserva hoy en el Art Institute de Chicago; la otra, la del museo de Orsay, realizada para su familia en Holanda, es de tamaño más reducido.

Primera versión (1888)

Segunda versión (1889)

Tercera versión (1889)


En una carta dirigida a su hermano Théo, Vincent explica lo que le incita a pintar una obra semejante: quiere expresar la tranquilidad y resaltar la sencillez de su dormitorio mediante el simbolismo de los colores. Para ello, describe: "los muros lila pálido, el suelo de un rojo gastado y apagado, las sillas y la cama amarillo de cromo, las almohadas y la sábana verde limón muy pálido, la manta roja sangre, la mesa de aseo anaranjada, la palangana azul, la ventana verde", afirmando: "Había querido expresar un reposo absoluto mediante todos estos tonos diversos".
Mediante estos diferentes tonos, Van Gogh hace referencia a Japón, a sus crespones y a sus estampas. Se justifica de este modo: "Los Japoneses han vivido en interiores muy sencillos y que grandes artistas han vivido en este país."

Pese a que, para los japoneses, una habitación decorada con cuadros y muebles no parezca realmente sencilla, para Vincent es "un dormitorio vacío con una cama de madera y dos sillas". Alcanza a pesar de todo una cierta austeridad, por su composición constituida casi únicamente de líneas rectas y por la combinación rigurosa de superficies de color que compensan la inestabilidad de la perspectiva.

Este cuadro es un reflejo del deseo del artista por cuidar de sí mismo y organizar su vida de una manera correcta. Hasta el momento que pintó esta obra solo había vivido en lugares transitorios y nunca se había podido establecer permanentemente en ningún lugar.

Las paredes, que se encuentran detrás de la cama, parece que se inclinaran una hacia la otra de una manera bastante pronunciada. Esto hace más exagerado el tamaño del cuarto y, por lo tanto, la cama se ve enorme y el piso parece elevarse.

Van Gogh era un artista bastante pobre y no tenía para comprar más que lo esencial. Sus muebles eran sencillos y de madera. La cama la compró con dinero prestado a su hermano Theo. También colocó dos sillas por si alguien lo venía a visitar.



En ese tiempo no existían los baños así que tenía que usar una jarra de agua y un tazón.



Las ventanas están entreabiertas, lo que significaba que había un acceso al mundo exterior. Esto da la impresión de un cuarto tipo autónomo. El espacio abierto frente a la cama hace que el cuadro en sí no luzca demasiado claustrofóbico.



Los retratos colgados en la pared se diferencian en las tres versiones. En la ultima versión de 1889 se observa el autorretrato del artista que él mismo pintó. A su derecha se encuentra su hermana Willemien. En las otras dos versiones pintó la cara del poeta Eugène Boch y el soldado Paul-Eugène Milliet. Debajo de estos retratos se encuentran dibujos hechos en papel.



Si observamos bien veremos cómo existen dos sillas, dos almohadas, dos retratos en la pared, dos dibujos y dos puertas. Como el artista vivía solo, esta era una manera de multiplicar todo por dos y sentir menos la soledad. Aquí vemos su constante deseo de sentirse acompañado y rodeado de amigos.

En realidad esta habitación no parece en absoluto la de un artista, pues no tiene nada que refleje la habitación de un pintor, no existen materiales visibles. Ninguno de sus suministros están expuestos, ni siquiera una caja con sus brochas. La verdad es que a Van Gogh le gustaba mucho pintar en exteriores por horas y horas, así que su dormitorio era nada más que un lugar para relajarse al final del día. Lo único que podemos observar es su chaqueta y su típico sombrero de paja colgado de ganchos en la pared.



Las sillas del artista eran originalmente de madera blanca pero las pintó de amarillo por razones simbólicas. El amarillo era el color de la luz del sol, del calor y de la felicidad. Como dije anteriormente, a Van Gogh le gustaba pintar mucho en exteriores usando las tonalidades exactas que veían sus ojos pero en ocasiones incorporaba o intensificaba colores.

En la primera versión el piso era de color rojo ladrillo, luego lo pintó con un rosa oscuro para finalmente dejarlo en su ultima versión con una tonalidad de setas. Todos estos cambios reflejaban su constante cambio de humor.






La pintura era gruesa y las pinceladas estaban puestas unas sobre otras. Los colores los obtenía directamente del tubo y pintaba rápidamente de manera que a menudo acababa un cuadro en el mismo día.

Van Gogh usa constantemente el color amarillo en sus cuadros. Este era uno de los colores que siempre le pedía a su hermano Theo que le trajera de París.

Para este artista la obra tenía que ser fácil de entender para el espectador, así que los contornos de los objetos tenían que ser fácil de seguir. Una característica particular del estilo de Van Gogh era esos contornos oscuros que colocaba alrededor de los objetos con colores planos.

Aunque la intención de Van Gogh era de dar una sensación de solidez, de permanencia, de tranquilidad, el resultado fue más bien un sentimiento de angustia debido precisamente a esos contornos.

Los muebles estaban situados de una manera extraña, ya que las puertas se veían bloqueadas por una silla y por la cama. No parecía un lugar muy fácil para vivir.


Esta versión ha sido restaurada recientemente en el 2010, debido a que algunos colores se habían apagado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario