La
Balsa de la Medusa
La
balsa de la Medusa
es una pintura
al óleo
realizada
por el pintor y litógrafo francés
del romanticismo Théodore
Géricault entre
1818 y 1819. La obra, que el autor culminó antes de haber cumplido
la treintena, se convirtió en un icono del Romanticismo francés. Es
una pintura de formato grande (491 cm × 716 cm)
que representa una escena del naufragio de la fragata de
la marina francesa Méduse,
encallada frente a la costa de Mauritania el
2 de julio de 1816. Al menos 147 personas quedaron a la deriva en una
balsa construida apresuradamente, y todas ellas, salvo 15, murieron
durante los 13 días que se tardó en rescatarlos. Los supervivientes
debieron soportar el hambre, la deshidratación, el canibalismo y la
locura. El suceso llegó a ser un escándalo internacional, en parte
porque sus causas fueron atribuidas a la incompetencia del capitán
francés que actuaba bajo la autoridad de la reciente y restaurada
monarquía francesa.Géricault
seleccionó deliberadamente un incidente muy conocido que pudiera
generar un gran interés público y, al mismo tiempo, ayudarlo a
impulsar su carrera.
El evento en sí fascinó al artista, quien, antes de comenzar a
trabajar en la pintura final, emprendió una investigación intensa y
realizó muchos bocetos preparativos. Para construir un modelo
detallado a escala de la balsa, entrevistó a dos de los
supervivientes, Alexandre Correard, un ingeniero de los Arts
et Métiers y
el cirujano Jean-Baptiste Savigny. Su empeño lo llevó a ir a
depósitos de cadáveres y hospitales donde pudiera ver de primera
mano el color y la textura de la carne de los agonizantes y los
muertos. Como el artista había anticipado, la pintura resultó ser
altamente polémica en su primera exhibición, en el Salón
de París de
1819, y se ganó tanto elogios apasionados como condenas. No
obstante, el evento consolidó su reputación internacional, y el
cuadro es, aún hoy, ampliamente considerado una obra seminal
en la historia temprana del Romanticismo en la pintura francesa.
La
pintura no tiene simetría, sino que presenta más bien un desorden
intencionado acorde con el tema representado. Varias líneas
directrices (una de ellas la principal), dos planos (primero la balsa
y de fondo el paisaje), en definitiva, una estructura piramidal sobre
una base inestable (el mar).
Una
línea parte del cadáver de la izquierda con las piernas en el agua
y asciende hasta el marino que agita un trapo en dirección al barco
que acude al rescate. La disposición se ajusta a la realidad
histórica: los 15 náufragos de la balsa de la Méduse fueron
rescatados por el Argus.
El sentido ascendente de la línea marca la sucesión de sentimientos
experimentados por los náufragos, desde la desesperación a la
esperanza. También la luz refuerza esta idea de final de la odisea
con las nubes más negras a la izquierda, y el cielo más luminoso en
la lejanía y recortándose entre las cabezas de los marinos más
destacados. Finalmente, se corresponde con la mirada clásica del
espectador occidental, que "lee" la pintura de izquierda a
derecha.
La
balsa, levantada por las olas, se adentra oblicuamente al
interior del espacio pictórico. Las figuras agrupadas, configurando
una pirámide, acentúan ese movimiento "hacia dentro" del
mar.
Géricault
ha reducido considerablemente el tamaño del barco rescatador en su
pintura, hasta el punto que lo representa como un pequeño punto
apenas sugerido en el horizonte. Si observamos la vela de la balsa,
nos damos cuenta de que el viento sopla en una dirección que no
acerca precisamente la balsa al barco: hacia la izquierda, en sentido
contrario al de la lectura; podríamos decir que, simbólicamente, el
viento sopla hacia la muerte. Además tiene un efecto negativo sobre
el equilibrio de fuerzas de la escena.
Perspectiva:
No hay punto
de fuga,
ya que las otras dos bordas de la balsa están ocultas por los
personajes que se encuentran en ella. El encuadre es
frontal.
Tipo
de espacio:
espacio "teatral", compuesto (los personajes están
dispuestos formando una curva que se dirige a la esquina superior
derecha del lienzo).
Colores:
La paleta es muy reducida, va del beige al
negro pasando por los tonos pardos claros
y oscuros. Consigue, de este modo, una atmósfera de tonos cálidos
con colores armonizados que produce una impresión dramática de
angustia y desamparo. El color dominante es el beige oscuro y
apagado. Sin embargo, existe un elemento que se destaca del resto por
su color: se trata de la estola rojiza
que lleva el anciano que sujeta un cadáver con la mano, en la parte
izquierda inferior del cuadro.
Pincelada:
El romanticismo se caracteriza por una pincelada suelta y unos
contornos imprecisos, como es el caso de este lienzo.
BIBLIOGRAFÍA.
Pilar
Rueda Aguiar
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