martes, 26 de diciembre de 2017

LA CÚPULA DE LA CATEDRAL DE FLORENCIA. (QUATTROCENTO)

Tema 7: ARTE DEL RENACIMIENTO. COMENTARIO DE UNA OBRA.




LAURA NIETO GONZÁLEZ.


INTRODUCCIÓN

La catedral iniciada en 1296, dedicada a la Virgen con el nombre de “Santa Maria del Fiore” (de la Flor), fue construida sobre la antigua catedral de Santa Reparata, está es una catedral gótica en su mayor parte de tres naves, con arcos ojivales y espacios verticales. La base de la Basílica tiene tres naves unidas a un cimborrio que soporta la cúpula de Brunelleschi: la más grande que se ha construido de ladrillo.


  1. LA CÚPULA DE SANTA MARÍA DE LAS FLORES.

a) TIPO DE OBRA: Arquitectura del Quattrocento.
b) AUTOR: Filippo Brunelleschi (1377-1446).
c) LOCALIZACIÓN: Piazza del Duomo, 50122 Firenze FI, Italia.
d) FECHA: 1471.
e) MATERIALES: La base es de piedra, la mayor parte de la estructura de ladrillo macizo y mármol en los nervios y el tambor.
f) DIMENSIONES: 114m x 41,7 m. Su peso es cercano a los 37.000 toneladas.


1. HISTORIA.

Originariamente la cúpula era de madera construida por Arnolfo di Cambio.
En 1418 las autoridades florentinas convocaron un concurso para dar con el diseño ideal de la nueva cúpula, ofreciendo un premio de 200 florines de oro para el ganador, y la posibilidad de pasar a la posteridad.
Filippo Brunelleschi, orfebre, prometió construir esa cúpula.
Su cúpula estaba compuesta de dos casquetes: uno interior, visible desde dentro de la catedral. Para contrarrestar la presión lateral creada por el peso de una gran estructura, que pudiera agrietarla, reforzó los muros anillándolos con piedra, hierro y madera.
Los primeros 17 metros eran de piedra y después materiales más ligeros. Todo el espacio de los plementos existentes estám cubiertos por tejas de barro planas, de color rojizo.
Brunelleschi se inspiró en la cúpula de "doble pared" o "doble casco" del Panteón de Roma. Con la ayuda de Donatello y Nanni di Banco construyó un modelo de madera y ladrillo. Este fue el ganador del concurso pero junto a Ghiberti, fueron los encargados de llevar a cabo la obra, la cual pasó a nuestros días.



Esta construcción pesa 37.000 toneladas métricas y contiene más de 4 millones de ladrillos.
En la cúpula se utilizaron refuerzos horizontales de tirantes de piedra y hierro, preparando el camino para las ideas de reforzamiento de hierro y acero que se utilizarían siglos después, como el caso del hormigón.
El trabajo de la cúpula comenzó en 1420 y fue completado en 1436. La catedral fue consagrada por el papa Eugenio IV.
Fue la primera cúpula octogonal en la historia que se construyó sin el soporte de un armazón de madera. Fue uno de los logros más espectaculares del Renacimiento.
Brunelleschi coronó su diseño con una linterna octogonal con ocho arbotantes en radio y ocho ventanas arqueadas. La construcción de la linterna se inició unos meses antes de su muerte, en 1446. Fue completada por su amigo Michelozzo en 1461.
La decoración del tambor de la galería, realizada por Baccio d’Agnolo pero nunca fue acabada porque fue desaprobada por Miguel Ángel.
El revestimiento actual, con decoraciones de mármol policromas blanco, verde y rosa, fue realizado por Emilio de Fabris a finales del siglo XIX.
                                           
                                         1.2  SISTEMA CONSTRUCTIVO.

 
La imagen exterior de la cúpula oculta la solución para levantar la construcción sin cimbras de madera que soportasen la estructura durante las obras.


Para ello realizó una doble cúpula, exterior e interior,apuntadas, de modo que entre ellas hubiese un espacio vacío, con un sistema de vigas de refuerzo que se extienden horizontalmente entre los nervios.
La cúpula interior, de menor tamaño, posee un total de 24 nervios construidos en ladrillos que reciben las descargas de la estructura, llevando el peso hasta el tambor, así el empuje de la cúpula externa se recoge, mientras la cúpula exterior resguarda a la interior de la humedad, por lo tanto los nervios exteriores no tienen función constructiva.
Con todo ello se reduce el peso de la estructura y abre paso a una galería interna entre ambas cúpulas que conduce hasta la linterna.

Gracias a los anillos de ladrillo mencionados en la historia, desde el interior de la catedral podemos observar una visión plana sin nervios.

                                                     1.3 SIMBOLOGÍA.

Sus dimensiones la convierten en la construcción más relevante del Quattrocento.
Simboliza la importancia de Florencia como el núcleo fundamental del arte renacentista durante el siglo XV y principal ciudad de la época, tratando de hacer una referencia a la brillante Roma de la época clásica. El hecho de que se corone el templo catedralicio la constituye en símbolo visible de la fortaleza de la Iglesia cristiana de la sociedad florentina.
La cúpula florentina inicia el desarrollo de la gran arquitectura renacentista y la más destacada la que levantará Miguel Ángel en la Basílica de San Pedro del Vaticano, en el siglo XVI.



      1.4 DECORACIÓN INTERIOR DE LA CÚPULA .
El interior de la cúpula se decora con frescos de Giorgio Vasari entre 1572-1574, posteriores a la fecha en la que es finalizada la cúpula. El Gran Duque Cosimo I de Medici eligió el tema del Juicio Final para pintar el interior. A la muerte de Vasari, solo se completó la primera ronda de las bandas concéntricas, la más pequeña. Fue sucedido por Federico Zuccari, quien en unos años completó uno de los más grandes del mundo por superficie, y una de las obras maestras del Manierismo.
Cada segmento comprende de arriba a abajo a partir de la linterna rodeada por los 24 antiguos Apocalipsis (tres en cada segmento), cuatro escenas:
  • un coro angelical con instrumentos de la Pasión (segundo registro);
  • una categoría de santos y elegidos (tercer registro);
  • una tríada de personificaciones, que representa un don del Espíritu Santo, las siete virtudes y las siete bienaventuranzas;
  • una región del Infierno dominada por un pecado capital.
Al este, los cuatro registros se convierten en tres para dar paso al gran Cristo en gloria entre la Virgen y San Juan Bautista, en las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), seguido por las figuras alegóricas del Tiempo (personaje con el reloj de arena, y dos niños que representan la naturaleza y las estaciones) y de la Iglesia triunfante. 

Entre los elegidos el pintor representa una galería viva de personajes contemporáneos: los patrones de los Medici, el emperador, el rey de Francia, Vasari, Borghini, Giambologna y otros artistas, e incluso a sí mismo y muchos de sus parientes y amigos e incluso pone su firmar con la fecha.


El ciclo fue concluido en 1579.





BIBLIOGRAFÍA.

http://www.florencia.es/arquitectura-y-arte/las-iglesias/il-duomo.htm

https://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_Santa_Mar%C3%ADa_del_Fiore#Cúpula

http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/la-cupula-de-brunelleschi_7970/2

https://www.cromacultura.com/audioguia-cupula-brunelleschi/

https://elpais.com/cultura/2011/11/10/actualidad/1320879610_850215.html

http://www.artehistoria.com/v2/obras/26670.htm



martes, 19 de diciembre de 2017


COMENTARIO ARTÍSTICO DE UNA PINTURA. LA PRIMAVERA.

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                               Laura Suárez Gil.

INTRODUCCIÓN.

La primavera es una obra realizada por el pintor renacentista Sandro Botticelli. Data de 1478 por lo que pertenece al Quattrocento y fue encargada por Lorenzo de Pierfrancesco de Medici, para la Villa de Castello. La obra actualmente se encuentra en la galería de los Uffizi (Florencia, Italia).

COMENTARIO.

La Primavera o la Alegoría de la Primavera es una de las obras maestras de Sandro Botticelli. La técnica utilizada para su elaboración es temple sobre tabla. En esta obra el autor representa un bosque de naranjos y laureles, con un suelo repleto de vegetación propia de la Toscana que suele crecer en el mes de mayo y en el fondo el cielo azul. El bosque es ordenado y vertical, casi plano y severo, a la danza y el corro. En el centro de la composición aparece Venus, diosa del amor, la cual llama la atención del espectador al encontrarse en el centro de la composición y llevar ropajes de colores llamativos como el rojo. Estos colores tan vivos, como explicaremos después eran propios de Botticelli. A la derecha de la composición observamos nos encontramos con Céfiro, dios del viento, quien pintado de azul y alado persigue a la ninfa de la tierra Cloris. Podemos ver además como la ninfa  se transforma en Flora, diosa de la vegetación que mira al espectador. En la cabeza lleva violetas, en el cuello una corona de mirto y lanza clavelinas, nomeolvides, anémonas, etc. En la parte izquierda de la composición encontramos a las tres gracias, castidad, belleza y el placer quienes con los dedos entrelazados y bajo velos semitransparentes danzan. Castitas que se encuentra de espalda dirige su mirada hacia Mercurio, mensajero de los dioses. Con túnica corta roja, capacete y espada, aparece el guardián del bosque. Y por último, y no menos importante, se puede ver a Cupido encima de Venus, quien con sus ojos vendados y dirige sus flechas hacia ellas. Todas las figuras destacan contra el fondo por la claridad de su piel y sus ropajes, de colores claros e incluso transparentes.
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Estamos ante un cuadro de 203 x 314 cm. El tamaño abismal de este cuadro es una característica propia de la época que permitía el dibujo de personajes de tamaño natural que hacen que el espectador tenga la sensación de estar inmerso en la escena representada. Aunque lo que llama la atención es que el tamaño abismal se reservaban para obras religiosas. Botticelli pone especial atención al detallismo de la obra, esto puede verse en las diversas piezas de orfebrería, representadas minuciosamente, como el casco y la empuñadura de Mercurio o las cadenas y los broches de las gracias.

Algunas figuras estaban inspiradas en esculturas antiguas, pero adaptadas al lenguaje propio del artista quien buscaba la belleza ideal. Son figuras de elevada estatura, delgadas y ligeramente alargadas. Renuncia a la representación científica de la realidad es decir la perspectiva y el naturalismo, con un dibujo dinámico, sinuoso, nervioso y riqueza cromática.

Tiene gran importancia la línea que dibuja los contornos y perfila los detalles. Los colores son suaves pero es sin duda la mezcla de las gamas cálidas como en Mercurio y Venus y las gamas frías como en Céfiro las que hacen resaltar el cuadro especialmente debido al juego que hacen con colores tan vivos como el rojo y el verde que podemos ver en Venus. El color tiene un gran protagonismo es esta obra. También podemos resaltar la gran cantidad de veladuras que se realizan en la obra que detallan las carnaciones sensuales y la calidad de las telas. Las figuras destacan aún más si es posible gracias al fondo oscuro, pues las figuras presentan una piel muy clara. No hay mucho volumen, ni perspectiva, pues Botticelli se caracteriza por considerar más importante la representación de los personajes y su protagonismo frente a la creación de paisajes, a pesar de que la perspectiva era una característica propia del Renacimiento.
 
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La finalidad de la obra es simplemente decorativa pues fue encargada al pintor por  Lorenzo di Pierfrancesco di Medici. La obra es de tema mitológico, un género que apareció en la pintura clásica en Grecia y Roma, se recupera en el Quattrocento y perdura hasta el siglo XVIII como uno de los más importantes, ya que permite alegorías como la presente en esta obra.  Por último, en cuanto a la iconografía, podría decirse que es uno de los problemas que presenta esta obra debido a la gran cantidad de personajes distintos y de mitos diversos todos mezclados en una misma obra que dificultan la correcta lectura iconológica del mismo.

 

BIBLIOGRAFÍA.







 

 

martes, 12 de diciembre de 2017

Madonna Rucellai

Madonna Rucellai de Duccio
La Madonna Rucellai es una pintura sobre tabla del pintor italiano medieval tardío Duccio di Buoninsegna de Siena.

Esta tabla fue encargada a Duccio por la Hermandad de los Laudesi de Santa Maria Novella. En esta obra las conexiones que presenta Duccio con Cimabue son evidentes, aunque el pintor sienés se aparta de la vigorosa expresividad del florentino, buscando un ideal de belleza.

Duccio Bounisegna (1255/60 – 1319) es uno de los máximos exponentes de la pintura gótica italiana, y concretamente de la llamada Escuela de Siena, de hecho, desarrolló prácticamente toda su producción pictórica en esa ciudad toscana. Sus obras se sitúan en la más estricta tradición eclesiástica y sin duda responden a la vieja idea de una gracia divina que lleva al idealismo en las figuras. De hecho, a eso se debe que por regla general sus personajes son de una estatura muy alargada.

La Madonna Rucellai es el trabajo más temprano de Duccio del que hay documentación. Estuvo diseñado para el altar principal de la iglesia, frente a los fieles, pero el nombre actual refleja su uso más tardío en la capilla Rucellai de la familia dentro de la iglesia. Se trata de un retablo que muestra a la Virgen sentada en el trono con el Niño Jesús, flanqueada por dos ángeles de rodillas y con un fondo de oro de tradición bizantina. Presenta muchos elementos similares a la Madonna de Cimabue debido a que Duccio fue discípulo suyo. Pero la delicadeza, el limpio colorido y el movimiento decorativo de la línea ondulada del borde del manto de la Madonna Rucellai difieren de la de Cimabue. El trono, que se presenta simultáneamente de frente y de lado, no tiene respaldo y detrás de la Virgen se coloca un velo. Los ángeles que la flanquean aparecen arrodillados unos sobre otros, no hay profundidad, ya que Duccio no se preocupa por el volumen de las formas, sino por el color.

El trabajo mide 4.5 por 2.9 metros. El marco y la pintura están construidos de cinco tableros de chopo pegados juntos. La túnica de la Virgen está pintada con tempera, también había sido pintado con azurita, un descubrimiento hecho después de su limpieza en 1989. Se utiliza el oro para representar la santidad de la familia. Se ven seis ángeles y están pintados en sombras de verdes, rosa, lila y azul.


El descendimiento de Cristo de la cruz es una de las obras más conocidas del artista flamenco Pedro Pablo Rubens, Este encargo se le fue hecho el 7 de septiembre de 1611, cuando regresaba de un viaje por HolandaSe presenta como la tabla central de un tríptico conservado en la Catedral de Amberes, el conjunto se completa con las tablas de la Visitación de la Virgen y la Presentación de Jesús en el Templo. Cuando el tríptico se cierra aparece la imagen de Cristobal llevando al Niño a la otra orilla de un río, según una leyenda medieval. 

Cristo es bajado de la cruz, y su cuerpo es sostenido por San Juan que viste una túnica roja y por Nicodema. En la izquierda del cuadro se encuentran María Cleofás y María Magdalena arrodilladas y esta última sosteniendo el pie de Jesús. La Virgen se encuentra pálida y afligida, no como en otros cuadros en los cuales se encuentra desmayada. Arriba en la cruz se encuentran dos ayudantes.

La escena se desarrolla en un pequeño espacio en el que destacan las diagonales que organizan la escena, y entre las que se distinguen dos: en primer lugar la que forma el cuerpo de Cristo y la tela de lino blanca, la cual avanza desde el fondo del cuadro hasta el espectador; y otra se distingue en el brazo del personaje del torso desnudo que se une a la diagonal de San Juan, nos daría una composición en forma de aspa.

 La luz  que parece proceder del cuerpo de Cristo, crea  una  iluminación de  influencia de Caravaggio creando clarooscuro. La escena tiene poca profundidad y los personajes parecen colocados todos en el mismo plano. La expresión se caracteriza por efectos teatrales con posturas forzadas y gestos para aumentar el dramatismo y conmover al espectador













sábado, 2 de diciembre de 2017

La extracción de la piedra de la locura



 Extracción de la Piedra de la Locura 


La crítica que hace El Bosco a determinados estamentos y clases sociales, reprende a los charlatanes, a los curanderos y a sus víctimas imprudentes, así como a monjes y religiosas de vida libertina y al rico que está más preocupado por su propiedad que por su alma, temas que se repiten en muchos sermones y escritos satíricos de la época.

En esta familia de “necedades” se inscribe también la credulidad humana, que es el tema del cuadro que nos ocupa: “Extracción de la Piedra de la Locura”, también conservado en el Museo del Prado. Considerado antiguamente como una obra de juventud de El Bosco y más tarde a su periodo medio de actividad.


La escena de La extracción de la piedra de la locura se concibe en el interior de un círculo, al aire libre, ante un extenso paisaje. Un extraño cirujano, con un embudo como sombrero y un jarro pendiendo del cinturón, opera en la cabeza a un hombre sentado en el sillón. Un fraile observa la escena y, a la derecha, una mujer, con un libro sobre la cabeza y apoyada sobre una mesa redonda de pie bulboso, contempla atentamente la operación.

Esta tabla resulta particularmente enigmática por el tratamiento del tema, frecuentemente presente en la literatura y en la pintura de los siglos XV y XVI en los Países Bajos. La Extracción de la Piedra de la Locura era una supuesta operación quirúrgica realizada durante la Edad Media. Según los testimonios escritos, este rito simbólico consistía en la extirpación de una piedra que causaba la necedad en el hombre, la suprema estupidez. Incluso un proverbio neerlandés dice “quien no es completamente normal tiene una piedra en la cabeza”.




El círculo está rodeado de una decoración dorada sobre fondo negro y una leyenda en hermosas letras góticas, igualmente doradas, que enmarca la escena. En la parte superior se lee: “Meester snijt die Keye ras” y en la parte inferior: “Myne name is lubbert das”. Está inscripción adquiere diferente significado dependiendo de la traducción de la palabra “lubbert”. Así sería, “Maestro, quítame la piedra, mi nombre es lubbert Das/ tímido o tejón castrado”.

Sustituye la piedra por una flor, similar a la que yace sobre la mesa del supuesto médico, que en el mundo medieval simboliza la reproducción.

Para algunos autores la escena representaría, pues la castración practicada en la Edad Media, en forma epidémica, como necesaria para el ingreso en determinadas sectas religiosas. Se trataba de obtener una cierta ascesis eliminatoria del cuerpo de lo que pudiese ser fuente de pasión y desvarío.


El personaje que opera lleva en la cabeza un embudo, tal vez alegoría de la locura. Está acompañado por dos religiosos, un clérigo y una monja, ésta lleva sobre su cabeza un libro cerrado; esto indica que sean alegorías de la superstición y la ignorancia, de la cual se acusaba frecuentemente al clero.

Los colores brillantes truecan en aéreas finuras en la inédita concepción del amplio paisaje del fondo, del todo nuevo en el arte holandés, pero no insólito en otras obras juveniles del pintor.