martes, 27 de marzo de 2018

COMENTARIO ARTE NEOCLÁSICO




EL AQUELARRE O EL GRAN CABRÓN

Se trata de un óleo sobre revestimiento mural trasladado a lienzo, cuyas dimensiones son 140,5 x 435,7 cm.
El conjunto de catorce escenas al que pertenece esta obra se ha popularizado con el título de Pinturas Negras, por el uso que en ellas se hizo de pigmentos oscuros y negros y, asimismo, por lo sombrío de los temas. Decoraron dos habitaciones, en las plantas baja y alta, de la conocida como Quinta del Sordo, casa de campo a las afueras de Madrid, junto al río Manzanares, conocida por ese nombre antes de su adquisición por Goya en 1819. "El Aquelarre" estaba situada en la planta baja de la casa, en una sala que haría las funciones de salón comedor. Frente a ella, se situaba la Romería de San Isidro y en los lados cortos de la sala, junto a ella, también estaban la Leocadia y Judith y Holofernes. Se conocen fotos del conjunto in situ, realizadas hacia 1873 por el fotógrafo francés Jean Laurent (1816-1886), y se incluyeron por primera vez en el catálogo del Museo del Prado de 1900. La casa fue derribada hacia 1909. Las Pinturas Negras se pintaron directamente sobre la pared seca, no al fresco, y en la mezcla de los pigmentos se utilizó el óleo. Con anterioridad, en algunos de los paños de los muros, en ambos pisos, hubo otras escenas de difícil interpretación, posiblemente paisajes de colorido claro con pequeñas figuras, puestas de manifiesto por las imágenes radiográficas tomadas en el Museo del Prado en 1983.

Esta escena se tituló como "El gran cabrón" en el inventario de las obras en propiedad del hijo de Goya, redactado en fecha indeterminada, a mediados del siglo XIX, por el pintor Antonio Brugada (1804-1863), que regresó a Madrid en 1832 del exilio en Burdeos. También recibió, a partir del catálogo del Prado de 1900, en que se incluyó por primera vez, el título más moderno de "El aquelarre", al presentar la reunión nocturna de las brujas en presencia del demonio, que aparece como la figura tradicional de un gran macho cabrío. Se describió por primera vez en la monografía de Charles Yriarte sobre el artista, de 1867, como parte de la decoración de uno de los muros principales de la planta baja de la Quinta del Sordo. Descrita por P. L. Imbert en su libro Espagne. Splendeurs et misères. Voyages artistique et pittoresque, de 1876, vista por él en 1873 antes de la adquisición de la casa por el barón Émile d´ Erlanger. Esta escena fue cortada en su parte derecha, en más de 1.40 m, en el proceso de arrancamiento del muro y posterior restauración, que efectuó el restaurador Salvador Martínez Cubells entre 1874 y 1876.

Englobamos esta pintura dentro de la corriente cultural conocida como el neoclasicismo, que surgió en Francia (Italia deja de ser la potencia artística) en el siglo XVIII y perduró hasta la primera mitad del XIX. En esos momentos en Europa se producía un crecimiento demográfico potenciado por la revolución industrias y otros hechos como el ascenso de la burguesía. Reinaron las ideas de la Ilustración, una corriente de pensamiento que defendía el uso de la razón sobre la vida. El arte adoptó una función moral y social contra el Barroco y el Rococó, ante el poder absolutista. También supuso la vuelta al arte clásico y, por lo tanto, a un arte racional regido por el orden. Representa la derrota de la aristocracia y el absolutismo, prolongada con las conquistas de Napoleón.

Francisco de Goya nació en Zaragoza, donde trabajó en el taller de Francisco Luzán. En Madrid, se casa con la hermana de uno de los pintores de la corte de Carlos III, del cual recibe una serie de encargos como "El cacharero". En el 1792 sufre una enfermedad que le deja sordo, hecho que, sumado a los desastres de la Guerra de la Independencia, le conduce a su mundo interior, desasosegante. Hay teorías acerca de él, sobre si era inculto o ilustrado, pero todo apunta a que fue un afrancesado marcado por las ideas del liberalismo, las cuales decide abandonar tras las matanzas producidas en España en 1808. Tras el fracaso del Trienio Liberal pide permiso a Fernando VII para abandonar España, va a Burdeos donde se vuelve a casar y fallece.
La obra de Goya va evolucionando: en su primera etapa tiene características optimistas y amables, siguiendo a Velázquez con una paleta clara; su segunda etapa se marcó el pesimismo y el sufrimiento de las guerras, además de su pérdida de audición; en su tercera etapa destacó su patriotismo, su pincelada "a manchas" y un tono pre-expresionista; su cuarta y última etapa se caracterizó por la ausencia de color, sólo negro.

La obra que aquí nos ocupa fue pintada entre los años 1819 y 1823, se trataba de una gran obra de formato horizontal que contaba con casi cinco metros de longitud y metro y medio de altura, en la actualidad el lienzo que podemos observar presenta unos cuatro metro y medio de longitud ya que fue recortado por los extremos presumiblemente para adaptarse a un espacio más limitado en la Exposición de París.

"El aquelarre" o "El gran Cabrón" como también se le conoce, representa una reunión de brujas y brujos frente a satán que ha sido representado como un macho cabrío de gran tamaño. Es difícil saber lo que verdaderamente representa esta reunión de viejas mujeres con rostros bestiales que rodean supuestamnte al diablo, al que vemos simbolizado como un macho cabrío. Se dice que engloba diferentes materiales mitológicos, folclóricos, brujeriles, etc. Podría ser una reunión de brujas en el momento de invocar a Satanás -que queda en la penumbra- para presentarle a una neófita, la joven que aparece sentada en la zona derecha, en una silla y con las manos en los manguitos. Pero también podría mostrar una imagen de la mente del maestro, que bulle con sus fantasmas - las brujas y los monstruos variados - recibiendo, sin embargo, tranquilidad de su compañera sentimental - doña Leocadia Zorrilla, representada por la joven de la derecha -. Curiosamente, los cuadros que tiene la composición a sus lados representan claramente a Leocadia. Goya elimina todos los elementos ambientales para recortar la masa de personajes sobre un fondo pardo. En esa masa no diferenciamos a los individuos que la componen, destacando sus gestos y sus horribles rostros. La violenta pincelada aplicada, a base de manchas de color, refuerza la sensación de terror que inspira la composición. No cabe duda de lo extraño que resulta para el espectador comprender que este tipo de representaciones pudieran decorar una casa, por lo que los especialistas intentan encontrar algún elemento humorístico para explicar el conjunto.



Como en la mayoría de sus pinturas negras, Goya, utiliza una paleta sucia (varios colores mezclados con negro). La pincelada es muy suelta, pero en algunas figuras Goya realiza el contorno con líneas bastante finas, como por ejemplo la figura de la izquierda. Todo esto hace crear una escena de terror, macabra.




La luz es expresiva, da fuerza y energía a la imagen, y se centra en las figuras de delante, donde tiene mayor movimiento la escena. Nos permite ver con mucho realismo en la escena y percibir el morbo de la situación junto con el hecho tan tenebroso que representa una invocación al diablo. Se utilizan fuertes claroscuros, como el pañuelo de la bruja sentada en la silla.



La perspectiva es aérea, ya que a las brujas que están situadas más lejos su rostro no se puede distinguir del todo bien, en cambio en las de delante sí, aunque (como ya decíamos) le interesa sobre todo el primer plano.



Los rostros de las brujas están deformados (quizá Goya nos quiso hacer ver la típica imagen de bruja como alguien monstruoso y malévolo). Éstas, rindiendo culto al demonio, muestran su atención puesta en el demonio y a la bruja de la silla. Además de un espectáculo tenebroso; al parecer, Goya nos intenta hacer ver una iniciación diabólica entre ambos. Las figuras están muy juntas y no hay espacio visible entre ellas, por ello nos da la sensación de que son bastantes brujas observando el espectáculo, lo cual es una verdadera novedad, crear un efecto de masa, no de figuras juntas. El hecho de que esta pintura haya sido realizada por un anciano, amargado, solo y sordo, acentúa la expresividad, el dramatismo, y la monstruosidad de la obra, típicas características de las Pinturas Negras.



Este cuadro tiene mucho que ver con alguno de los caprichos (grabados realizados con un punzón sobre una plancha y pasados a tinta posteriormente) que éste mismo realizó. Ambos representan temas terroríficos, reuniones con el demonio y la brujería, temas de supersticiones populares heredadas a lo largo de los siglos.
Esta visión de lo terrible, del mundo de las emociones y los miedos, la heredarán los pintores románticos.

Al recortar el lienzo vemos cómo el centro de la composición ha cambiado con respecto al original y ahora lo encontramos en la mujer que viste de negro y aparece cubierta con un tocado blanco. Los colores son oscuros como en el resto de las pinturas que decoraban su casa, de ahí el nombre de Pinturas Negras, con una pincela muy suelta que desdibuja las formas y una gran cantidad de empaste en el que se notan las pinceladas cargadas. La obra consigue una gran sensación de movimiento circular con la posición del grupo.


En conclusión, va más allá de ser una imagen aterradora, pues los recursos utilizados tienen parecido con corrientes posteriores como el Romanticismo o el Expresionismo en el juego de la pincelada, por lo que podemos considerarla una obra maestra.  


jueves, 22 de marzo de 2018

COMENTARIO ARTE NEOCLÁSICO

LA MAJA DESNUDA

Imagen relacionada

La maja desnuda” se trata de un óleo sobre lienzo de 98x191 cm, perteneciente al arte Neoclásico, concretamente pintado entre 1799 y 1803, por Francisco de Goya. Actualmente se encuentra en el Museo del Prado, en Madrid.

Se trata de un retrato de cuerpo entero de una joven mujer recostada plácidamente en un diván de terciopelo verde, con almohadas y colcha, que mira fijamente al observador. Sigue la tipología tradicional de la diosa Venus tendida sobre el lecho.

El diván y la mujer se sitúan en un lugar oscuro e indefinido, neutro, que carece de cualquier referencia espacial. La mujer se dispone con los brazos entrecruzados por debajo de la cabeza, lo que hace que sus senos se separen, y recoge ligeramente sus piernas para marcar la flexión curvilínea de la cadera y los muslos, cerrándolas con elegancia. La figura de la mujer atraviesa el lienzo en diagonal, lo que obliga al observador a recorrer el cuerpo de izquierda a derecha, desde los pies hasta el rostro, pasando por el vientre y el ombligo. La expresión resultante es la de una mujer pícara, casi audaz, que sonríe y mira satisfecha y orgullosa, sin pudor, al mostrar sus encantos femeninos.

Desde el punto de vista formal, en la obra destaca la precisión del dibujo con el que Goya modela la figura femenina y el predominio de una gama cromática fría, en la que destacan los tonos verdes, en contraste con los blancos nacarados y los rosas, que dan mayor calidez.

La pincelada es muy empastada, aunque no es tan larga como es habitual en el estilo del artista, salvo en los volantes de los almohadones y las sábanas, en la que ésta es mucho más suelta y abocetada. La figura, situada en primer plano, está realizada de forma minuciosa, con una gran perfección académica. Las carnaduras y los sombreados han sido tratados con mimo, para destacar las formas voluptuosas de la mujer. El foco de luz, procedente del exterior, incide sobre el cuerpo de la mujer, contrastando con la atmósfera tenebrista, neutra, de la estancia, que hace resaltar aún más el cuerpo desnudo perfectamente iluminado.

La Maja desnuda es la primera figura femenina de la historia de la pintura que muestra el vello púbico, poniendo de manifiesto su originalidad. Además, no es ninguna imagen mitológica sino una mujer de carne y hueso, una imagen moderna como más tarde haría Manet en su Olimpia. Por eso, la Maja desnuda tiene tanto éxito entre los numerosos visitantes del Museo del Prado.


La obra aparece citada en torno al 1800 como parte de las pinturas que se hallaban en el gabinete del valido (primer ministro) del rey Carlos IV, Manuel Godoy, emparejada con otra semejante: “La maja vestida”, realizada posteriormente. Se desconoce quién las encargó, aunque todo hace suponer que ambas majas fueron encargadas por el propio Godoy para decorar su despacho, junto a la “Venus del espejo” de Velázquez y otro desnudo de la escuela veneciana, ya que era aficionado a las pinturas de desnudos femeninos.

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La maja vestida (arriba) y La maja desnuda (abajo).

Se apunta la posibilidad de que la Maja sea la Duquesa de Alba, Doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, a quien Goya estaba estrechamente unido desde que enviudó ésta y se trasladaron juntos a Sanlúcar de Barrameda. Bien es cierto que su rostro no corresponde al de las Majas, pero es evidente que los rostros son estereotipados, como ya hacía en los cartones para tapiz, precisamente para que no fuera reconocida. Incluso se ha llegado a decir que es el rostro de la Duquesa visto desde abajo.

En esta obra Goya rompe con la tradición iniciada en el Renacimiento, aunque parta de las referencias históricas: Velázquez, Tiziano, Rubens, etc. nos ofrece una mirada moderna sobre una mujer de su tiempo, sin idealización alguna, llena de sensualidad y erotismo; Goya pinta, en fin, el deseo, para solaz de quien le encargó la pintura, pues no hay que olvidar que era un encargo privado, y peligroso, aunque hoy cuelgue en las paredes del Prado.

La influencia de esta obra es enorme en los pintores posteriores; Eduard Manet, preculsor del Impresionismo, pintará su Olimpia, teniendo como referencia la maja de Goya, como se aprecia en el descaro con el que la mujer observa al espectador.

Bibliografía:




martes, 13 de marzo de 2018

(T.9) Pintura: Saturno devorando a sus hijos. (Francisco de Goya)



TEMA 9: EL ARTE NEOCLÁSICO.

LA PINTURA NEOCLÁSICA: FRANCISCO DE GOYA

-Saturno devorando a sus hijos-
(1820-1823)





Laura Nieto González 2º BACH C.


Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) es un pintor muy difícil de encasillar, vivió entre los siglos XVIII-XIX, sirvió a cuatro reyes y cultivó el Neoclasicismo y el Romanticismo.
Su pintura está caracterizada por el realismo (naturalista y con una gran crítica social y política), una pincelada suelta y ligera mediante manchas de color, figuras surrealistas, con interpretaciones desgarradas y sombrías de la realidad.
Domina todas las técnicas y los géneros.
La obra pertenece a las “pinturas negras” la 5/14 (Serie de 14 cartones murales, pintados sobre paredes recubiertas de yeso, creadas para decorar los muros de su casa, “La Quinta del Sordo”, son conservados en el Museo del Prado).



Se considera una de las obras más impactantes de la pintura universal y de como el propio estado mental y de salud en general, anímico y la avanzada edad del autor influyen en ella (Se cree que es el punto de partida del expresionismo).






En el cuadro se representa el mito del dios romano Saturno, el dios suele llevar una hoz la cual fue usada por él mismo para castrar a su padre Urano y así destronarlo. Con el paso del tiempo supo que sufriría el mismo destino que su padre y, para evitarlo decidió devorar, uno tras otro y en cuanto nacieran, a sus hijos.
Finalmente, cumpliéndose la profecía Júpiter destronó a su padre convirtiéndose en el padre de los dioses.



La obra, representa a las figuras sin contorno preciso, sin un dibujo exacto.
La fealdad de Saturno es evidente además del cuerpo de su retoño casi devorado. Es una pintura de contrastes, la figura sale de un fondo negro, casi irreal.

 

La técnica de Goya de la pincelada suelta y las manchas de color representa al dios con una apariencia diabólica, llena de crueldad acompañado de unos grandes ojos saltones llenos de ira pero a la vez de miedo por la posibilidad de ser destronado por alguno de sus descendientes.
Los dos elementos clave del cuadro son la carne que el padre desgarra con sus dientes, representación del canibalismo, y la sangre, representada nuevamente como una mancha de color.
La luz tenue de la obra se centra en el inerte cuerpo del recién nacido.



Además presenta una gama de colores muy escasa, en este caso blancos y negros, aplicada en manchas de color gruesas, solo rota por el ocre de las carnes y la llama blanca y roja de la carne viva del hijo. 
Saturno como dios de la melancolía simboliza el estado del Goya además es la representación de la condición de autor como artista creador. Las formas de brujas y monstruos, como el de la obra, muestra la visión más oscura del Ser Humano, visión que se acentúa en el autor con el paso de los años, fruto de su sordera que lo aísla del mundo y de su experiencia durante la Guerra de la Independencia contra los franceses.
Se cree que la obra puede representar al rey Fernando VII devorando a su pueblo.





BIBLIOGRAFÍA.


http://www.arteselecto.es/romanticismo/saturno-devorando-a-un-hijo-goya/

https://es.wikipedia.org/wiki/Saturno_devorando_a_su_hijo

https://es.wikipedia.org/wiki/Pinturas_negras

https://www.biografiasyvidas.com/monografia/goya/cuadros26.htm

http://blogarteehistoria.blogspot.com.es/2009/05/comentario-saturno-devorando-sus-hijos.html

https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/saturno/18110a75-b0e7-430c-bc73-2a4d55893bd6

https://www.altima-sfi.com/es/tanatopedia/saturno-devorando-a-su-hijo-goya/

http://www.fundaciongoyaenaragon.es/goya/obra/catalogo/?ficha=660

http://lenguatraba.blogspot.com.es/2012/01/goya-saturno-devorando-sus-hijos-y-el.html

https://elcomentamierda.blogspot.com.es/2013/03/saturno-devorando-su-hijo-goya.html?m=0

APUNTES T9: EL ARTE NEOCLÁSICO Y GOYA.

sábado, 10 de marzo de 2018


COMENTARIO ARTÍSTICO DE UNA PINTURA. LOS FUSILAMIENTOS DE LA MONCLOA.

El Tres de Mayo, by Francisco de Goya, from Prado thin black margin.jpg 
                                                                             Laura Suárez Gil.

INTRODUCCIÓN.

Los fusilamientos de la Moncloa es una de las obras maestras del autor Francisco de Goya y Lucientes. Es un pintor genial difícil de encasillar. Vivió entre los siglos XVIII-XIX, sirvió a cuatro reyes y cultivó el Neoclasicismo y el Romanticismo. A lo largo de su vasta producción anticipa muchas de las tendencias de la pintura contemporánea: surrealismo, expresionismo, impresionismo y realismo; además de ser un artista que domina todos los géneros y técnicas.

COMENTARIO.

En este cuadro se representa uno de los sangrientos incidentes que tuvieron lugar durante la Guerra de la Independencia. Más concretamente ilustra la represión francesa contra los patriotas y el horrible sacrificio de inocentes ante el pelotón de ejecución. La ejecución se produce a causa del levantamiento del pueblo de Madrid el día anterior, 2 de mayo, contra la guarnición francesa al enterarse de que los últimos miembros de la familia real iban a ser conducidos a Francia. Es un óleo sobre lienzo de 266 x 245 cm y fue pintado en 1814. Actualmente se encuentra en el Museo del Prado (Madrid).
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En esta obra se puede apreciar la pincelada amplia, larga, quebrada y con manchas de color. La luz es una de las características fundamentales de la obra. La escena transcurre de noche pero esta está iluminada por un foco de luz artificial situado entre los dos grupos de personajes. Esta luz, inspirada en el tenebrismo, ilumina de forma dramática al pelotón de condenados mientras que deja casi en la  penumbra al pelotón de ejecución y con estos contrastes consigue el dramatismo que inunda la obra. Entre los condenados destaca especialmente el hombre de pie con las manos en alto que mira a sus ejecutores y al grupo de cadáveres que yacen en el suelo, fuertemente iluminados con la luz; con esto el autor les da un mayor protagonismo.
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Por otro lado, los soldados forman una diagonal dándole la espalda al espectador de manera que nos ocultan el rostro. Este detalle es el deseo del pintor de deshumanizar a los ejecutores, mientras que los condenados, los verdaderos héroes muestran una amplia gama de reacciones. Los condenador forman otra diagonal, y ambas diagonales se cruzan en el foco de luz artificial.
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La luz y el color son muy importantes ya que nos ayudan a poder comprender lo que sienten los condenados ante sus verdugos. Por un lado, encontramos al hombre con la camisa blanca que mira de frente a sus ejecutores y que afronta su destino con valentía, otros dedican su último momento a rezar tal y como lo hace el fraile que se encuentra a la derecha y finalmente el hombre que espera su ejecución en el fondo o aquellos que se tapan los ojos para no ver su ejecución esperando la muerte. Finalmente, Goya utiliza la perspectiva aérea, de manera que las figuras más próximas en primer plano son más nítidas que el paisaje del fondo, en penumbra y más difuminado.

Se exalta la depravación moral de la guerra y la crueldad de ambos bandos, de ahí el gran dramatismo que inunda el cuadro. El pelotón de ejecución esconden sus rostros, y este es el deseo del autor de deshumanizarlos y mostrar su cobardía al no ser capaces de dar la cara al espectador. Estos recurren a la nocturnidad para vengarse de los que participaron en el levantamiento del día interior. Se muestra entonces que el pelotón no es más que un instrumento al servicio de la guerra.

Este cuadro es el reflejo de la muerte de inocentes en manos de la barbarie, de la sinrazón. La función del cuadro es la denuncia de la barbarie de la guerra y la tiranía moderna. Concretamente el dolor sufrido en España cuando las tropas francesas invadieron el país.


BIBLIOGRAFÍA.








lunes, 5 de marzo de 2018

Comentario Barroco Español Vieja friendo huevos



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José Antonio Aguilar

Vieja friendo huevos es un cuadro de juventud de Velázquez, pintado en Sevilla en 1618, solo un año después de su examen como pintor.

Vieja friendo huevos es una de las pocas que se fechan casi con total seguridad, apostándose por el año 1618. Su popularidad ha hecho de ella una de las escenas más significativas del Barroco español. El asunto tratado por el maestro supone una absoluta novedad, ya que hasta ahora nadie se había atrevido a representar en la pintura española escenas tan aparentemente triviales como ésta

Seguramente fue pintada en el taller de Pacheco, donde se había formado y donde cultivó el género que tanto gustaba al pinto sevillano, el bodegón. Esta modalidad pictórica se diferencia de las “naturalezas muertas” porque él añade figuras humanas.

Velázquez pintó este cuadro cuando sólo tenía 19 años y es evidente el entusiasmo del joven pintor, pues quería detenerse en cada elemento de la tela.

El porqué «Vieja friendo huevos» está hoy en Edimburgo se debe a que el pintor David Wilkie lo compró casi como una baratija en Sevilla y lo vendería en Londres por 40 libras en 1863. Tras pasar por las manos de varios viejos y acartonados millonarios británicos, la National Gallery compraría la obra por 57.000 libras en 1955.

Hoy su valor es incalculable.

El cuadro aparece mencionado por primera vez junto con otros bodegones de Velázquez en 1698 en el inventario de las pinturas de Nicolás de Omazur, comerciante flamenco establecido en Sevilla y amigo de Murillo, donde se describe como lienzo de una vara de alto sin marco con «una vieja friendo un par de huebos (sic), y un muchacho con un melón en la mano»​ A comienzos del siglo XIX se encontraba ya en Inglaterra, en la colección de John Woollett, subastada en Christie's de Londres el 8 de mayo de 1813. En 1883 Charles B. Curtis (Velázquez and Murillo: A descriptive and historical catalogue) publicó el cuadro por primera vez como obra de Velázquez, una atribución que fue unánimemente acogida por la crítica posterior. Tras pasar por distintas colecciones británicas, en 1955 ingresó en el museo de Edimburgo. Al procederse a su limpieza apareció en 1957 la fecha (16.8) en el ángulo inferior derecho, la misma que lleva otra obra del pintor, Cristo en casa de Marta de María, con la que comparte el modelo de la mujer anciana y algunos de los objetos de bodegón en primer plano.

Descripción


El cuadro pertenece al género del bodegón, según lo entendía Francisco Pacheco, como escena de cocina o de mesón con figuras a veces ridículas o, cuando menos, vulgares, pero estimables «sí son pintados como mi yerno los pinta alzándose con esta parte sin dexar lugar a otros», pues por esta vía «halló la verdadera imitación del natural».

La escena se desarrolla en el interior de una cocina poco profunda, iluminada con fuertes contrastes de luz y sombra. La luz, dirigida desde la izquierda, ilumina por igual todo el primer plano, destacando con la misma fuerza figuras y objetos sobre el fondo oscuro de la pared, de la que cuelgan un cestillo de mimbre y unas alcuzas o lámparas de aceite. Una anciana con toca blanca cocina en un anafe u hornillo un par de huevos, que pueden verse en mitad del proceso de cocción flotando en líquido dentro de una cazuela de barro gracias al punto de vista elevado de la composición. Con una cuchara de madera en la mano derecha y un huevo que se dispone a cascar contra el borde de la cazuela en la mano izquierda, la anciana suspende la acción y alza la cabeza ante la llegada de un muchacho que avanza con un melón de invierno bajo el brazo y un frasco de cristal. Delante de la mujer y en primer término se disponen una serie de objetos vistos con el mismo punto de vista elevado: una jarra de loza vidriada blanca junto a otra vidriada de verde, un almirez con su mano, un plato de loza hondo con un cuchillo, cebollas y guindillas. Apoyado en el anafe brilla un caldero de bronce.

Los objetos han sido estudiados de forma individual, maravillosos en su singularidad pero mal integrados en el conjunto.​ Ciertos problemas de perspectiva y alguna incongruencia en las sombras que proyectan no impiden, sin embargo, apreciar la sutileza en el tratamiento de sus texturas por el sabio manejo de la luz, que es parcialmente absorbida por los cacharros cerámicos y se refleja en los metálicos, casi alternamente dispuestos. El interés de Velázquez por los efectos ópticos y su tratamiento pictórico se pone de manifiesto en los huevos flotando en el líquido —aceite o agua— en los que «logra mostrar el proceso de cambio por el cual la transparente clara del huevo crudo se va tornando opaca al cuajarse», detalle que indica el interés del pintor en captar lo fugaz y efímero, deteniendo el proceso en un momento concreto.

Pero más allá de la atención prestada a estos objetos y a su percepción visual, Velázquez ha ensayado una composición de cierta complejidad, en la que la luz juega un papel determinante, conectando figuras y objetos en planos entrecruzados. La relación entre los dos protagonistas del lienzo resulta, sin embargo, ambigua. Sus miradas no se cruzan: el muchacho dirige la suya hacia el espectador mientras la mirada de la anciana parece perderse en el infinito, creando con ello cierto aire de misterio que ha hecho pensar que lo representado en el lienzo no sea una simple escena de género.

Lejos de ser «figuras ridículas» para provocar risa, como decía Pacheco a propósito de los protagonistas de los bodegones más convencionales, anciana y joven están tratados con severa dignidad. El escorzo de la cabeza del muchacho coincide con el del adolescente que recibe la copa en El aguador de Sevilla, adoptando un gesto reconcentrado, como transido por la importante responsabilidad que desempeña en la cocina. El mismo muchacho no deja de recordar al más joven de los Tres músicos, pero la incidencia de la luz, más matizada, y la expresión seria le dotan de una dignidad y atractivo que no tenía aquel. La repetición del modelo hace creíble, aunque no haya forma de comprobarlo, que se trate del «aldeanillo aprendiz» que, según Pacheco, Velázquez tenía cohechado para que le sirviese de modelo. El tipo humano de la vieja, con su mirada perdida, es probablemente el mismo de la anciana que aparece en Cristo en casa de Marta y María, en el que algunos críticos han querido ver un retrato de la suegra del pintor.

Julián Gállego llamó la atención sobre la quietud que el cuadro desprende, alejada del dinamismo de las obras de Caravaggio, con el que algunos críticos lo han relacionado por el tratamiento del claroscuro, «quietud desconcertante» que sólo encontraría paralelo en algunos pintores nórdicos, como Louis Le Nain o Georges de La Tour.​ Las acciones de los personajes —agitar la cuchara para que no se pegue la clara, cascar el huevo, acercar la jarra de vino— han sido sorprendidas en un instante y los actores de ellas han quedado inmovilizados, sin comunicación entre sí. Jonathan Brown entiende por ello que Velázquez ha hecho de sus personajes objetos y los ha tratado de igual modo que hace con estos, con distanciamiento y objetividad.

Ensayos de interpretación de la obra


Conforme a la interpretación tradicional de los primeros bodegones de Velázquez, en los que se apuntaban paralelismos con la novela picaresca, el cuadro se ha visto como una ilustración de un pasaje del Guzmán de Alfarache, donde Mateo Alemán presentaba a una vieja friendo huevos para un muchacho. Pero la «inquietante atmósfera psicológica» del cuadro, según lo describe Jonathan Brown, y la mirada perdida de la anciana, o la propia formación cultural del pintor en el taller de Pacheco, han motivado la búsqueda de unas intenciones simbólicas con las que Velázquez estaría dignificando el género del bodegón, desdeñado por los teóricos precisamente por carecer de «asunto», como de forma más explícita hace en Cristo en casa de Marta y María o en La mulata con la cena de Emaús de Dublín, verdaderos «bodegones a lo divino».

En esta dirección Julián Gállego sugirió que el cuadro pudiera ser interpretado como una representación del sentido del gusto, y aunque él mismo se decía no convencido con esa explicación,​ Fernando Marías ha profundizado de forma original en la relación con los sentidos corporales, que encuentra aludidos en otros bodegones, en los que «las referencias literarias —por ejemplo con respecto a la novela picaresca— brillan por su ausencia».​ El repertorio de objetos magistralmente descritos por Velázquez en sus varios colores y brillos, con los que se hacen reconocibles las diferentes texturas y calidades táctiles, pueden ser reconocidos por el espectador, como también por el muchacho que con la mirada llama su atención, mediante el sentido de la vista, en tanto la anciana, con la mirada perdida, «con expresión de ciega» según Gállego, parece tantear con la cuchara la distancia a la cazuela. En la vieja, acaso ciega, Velázquez parece reflexionar sobre las dos formas de conocimiento de una misma realidad, la proporcionada por el sentido de la vista y la que proporciona el tacto. Una interpretación distinta ofrece Manuela Mena, para quien no sería casual la semejanza entre esta anciana y la dueña que aparece en Cristo en casa de Marta y María. De la mirada de la anciana, que «roza» al niño pero no se fija en él, «se desprende una extraña sugerencia de sabiduría y de experiencia». Las alcuzas que cuelgan de la pared del fondo, símbolo barroco de la Vigilancia, completarían el significado de esa mirada, inteligente y no ciega, capaz de ver desde la experiencia el pasado y el futuro.​


FUENTES:


Comentario Barroco La ronda de noche


COMENTARIO ARTE BARROCO

LA RONDA DE NOCHE
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JOSÉ ANTONIO AGUILAR



La ronda de noche o La ronda nocturna (en neerlandés: De Nachtwacht) es el nombre por el que se conoce comúnmente una de las más famosas obras maestras del pintor neerlandés Rembrandt, pintada entre 1640 y 1642. Este cuadro es una de las joyas de la exposición permanente del Rijksmuseum de Ámsterdam, pinacoteca especializada en arte neerlandés. Curiosamente, una restauración realizada en 1947 puso de manifiesto que la acción del cuadro estaba ambientada a la luz del día, lo que no quedaba claro debido a la suciedad que oscurecía la obra cuando fue "apodada". Así, aunque el nombre antes mencionado es el que se usa habitualmente, al principio no tenía título. El primer nombre con el que se le apodo fue realmente  “La compañía militar del capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willem van Ruytemburch”.

El origen de su título surge de una equivocación. El cuadro estaba tan deteriorado y oscurecido por la oxidación del barniz y la suciedad acumulada, que sus figuras eran casi indistinguibles y parecía una escena nocturna.

No fue hasta una de sus restauraciones en 1947, cuando se descubrió al eliminar el barniz oscurecido que el título no se ajustaba a la realidad. La acción no se desarrollaba de noche sino de día, y los personajes que intervienen en la composición, estaban bien iluminados.
La obra fue encargada por la Corporación de Arcabuceros de Ámsterdam para decorar el Groote Zaal, 'Gran Salón', del Kloveniersdoelen, sede de la milicia. Debido a esto, Rembrandt usó monumentales dimensiones para el lienzo. Rembrandt cobró 1.600 florines por el trabajo y esta cantidad fue pagada por los personajes del cuadro. Es decir, el que quiso salir en el cuadro, tuvo que pagar. Seguramente los dos oficiales que ocupan un lugar destacado se rascaron el bolsillo con más interés que el resto y así consiguieron pasar a la historia.



LOS PERSONAJES

Los personajes principales eran :

·         Capitán Frans Banninck Cocq o Banning Coq (1605–1655): capitán de la compañía y figura central que vertebra los ejes del cuadro. Con la mano indica la orden a su teniente y la alarga al espectador, incluyéndolo en la escena. Pese a evitar un orden jerárquico en la distribución de los miembros de la milicia, Rembrandt le otorga la posición predominante que su cargo le reserva.
·         Teniente Willem van Ruytenburch o van Ruytenburgh (1600-1657): teniente de la compañía, es el que recibe la orden de preparar la compañía para la formación. Ruytenburch era de baja estatura, y, para que no quedara muy disminuido junto al gigantesco capitán Cocq, Rembrandt lo realza empleando en su uniforme un tono amarillo al que hace vibrar iluminado por un rayo de sol.
·         La niña: es un personaje clave en el cuadro, por ser el único femenino y servir de foco de luz. La niña no se encuentra en penumbra y las sombras no la tocan. Parece un espectro que poco tiene que ver con el resto de los personajes. Por esta inusual cualidad, muchos críticos ven en la niña un retrato de Saskia van Uylenburgh (1612-1642), primera esposa del pintor, que murió prematuramente en el año en que fue pintado el lienzo, posiblemente de tuberculosis. Saskia era habitual modelo de muchos de los retratos del autor. Viste un traje amarillo limón y en la cintura le cuelga un gallo blanco con pinceladas azules —el emblema de la compañía—, que Rembrandt representó de esta singular manera, en sustitución del habitual blasón de este tipo de retratos colectivos.
Dicha muchacha comparte con el teniente la atención del espectador. Camina en sentido perpendicular a la dirección de los milicianos. Se trata de un juego de palabras con el vocablo holandés que significa “arcabucero” ( klovenier suena de forma parecida a klauwenier, y aquí klauw significa ” garra”). La muchacha es la mascota.
Esta niña es un personaje clave en el cuadro, por ser el único femenino y servir de foco de luz. La niña no se encuentra en penumbra y las sombras no la tocan.


Los personajes son retratos de guerreros, cada uno nos expresa algo diferente, un pensamiento y una tarea diferente.
A diferencia de como lo hubieran hecho otros artistas, Rembrandt colocó a sus personajes de una forma progresiva. Desde un segundo plano, sumido en la penumbra mas total, hacia un primero, a plena luz.
Encabezando la marcha, el comandante Cocq transmitiendo las ordenes a su segundo, el lugarteniente Van Ruytemburgh. Detrás, los soldados que pagaron una media de cien florines al pintor, desde un lado para otro, hacia adelante y hacia atrás, sorteando mosquetas, picas, banderas y brazos dispuestos en diagonal.
El resto de los personajes del lienzo son los siguientes quince miembros de la milicia cívica (de izq. a der.): Reinier Engelen, Jan Pietersen Bronchorst, Elbert Willemsen, Herman Jacobsen Wormskerck, Jan van der Heede, Jan Visscher Cornelissen, Claes van Cruijsbergen, Jan Ockersen, Jan Andriaensen Keijser, Walich Schellingwou, Jan Claesen Leijdeckers, Barent Harmansen Bolhamer, Rombout Kemp, Paulus Schoonhoven y Jacob Jorisz
LA ESTRUCTURA

Rembrandt se apartó de lo convencional, evitando una escena estática y formal, y generando, en cambio, una de acción, más del gusto del Barroco imperante. Muestra a los soldados apurados para embarcarse en una misión (que tipo de misión, o si se trataba de un patrullaje ordinario es todavía motivo de discusión). Este ordenamiento es completamente original y constituye un nuevo modo de concebir el retrato colectivo. Su estilo causó la contrariedad de algunos miembros de la milicia, que por su ubicación en el fondo de la escena son difícilmente distinguibles. A diferencia de cuadros de la misma temática, en que la disposición de las figuras siguen un orden jerárquico preciso, el pintor basó la colocación de los personajes únicamente en razones plásticas. Los rígidos cánones de los retratos corporativos sólo traducían rutina y convencionalismo e imposibilitaban la expresión personal y dramática.
Sin embargo, la composición aparentemente desordenada está en realidad construida de un modo racional según los dos ejes medios del rectángulo que conforma el lienzo:
·         Eje horizontal: Determina el telón de personajes que sirve de apoyo a las dos figuras principales, en primer plano. Los cuatros personajes con trajes de colorido característico dominan el grupo central, dirigiendo la mirada del espectador hacia ellos mismos.
·         Eje vertical: Determina la posición del capitán con su traje negro, que se ve apoyado por la figura aneja del teniente, éste de amarillo claro. Esta dos figuras hacen que la escena quede centrada, girando a su alrededor el resto de componentes.
·         Las diagonales que forman la larga lanza y el asta de la bandera se cruzan en el centro luminoso de la escena, encuadrando los tres grupos de personas con una línea imaginaria, quedando los dos mandos de la compañía en la posición preponderante de la escena.
La sensación de espacio en diferentes niveles: el de la penumbra del portalón, el de la calle radiante de sol y el del observador, se asemeja a otros juegos compositivos típicamente barrocos como se pueden encontrar en Las Meninas de Velázquez o en El jardín del amor de Rubens.



COLORES Y LUZ

Excepcional tratamiento de la luz y la sombra. Esto es lo que se llama el claroscuro, donde en ocasiones aplicaba fuertes contrastes y se recordaba la influencia de Caravaggio.
El dramatismo de sus escenas era impresionante ya que resaltaba los rasgos de los personajes, sus detalles de la ropa y los muebles de la habitación.
El dibujo, apenas esbozado, queda disminuido por la importancia del color y la luz, siendo poco nítidos los contornos de las figuras. Influido por Caravaggio, Rembrandt usa el tenebrismo y el claroscuro, creando fuertes contrastes entre la penumbra y la luz. La luz proviene de la izquierda, según la dirección de las sombras proyectadas. Esta luz, a pesar de su concepción realista, no actúa uniformemente, sino que ilumina y destaca a ciertos personajes y relega a otros a la sombra. En ocasiones parece que nace del interior de las figuras, como en el caso de la niña que corre. La iluminación es la gran protagonista de este cuadro, porque recrea una atmósfera mágica de penumbras doradas, sombras envolventes y luces cegadores.
El color está aplicado con pinceladas espontáneas. El cromatismo del lienzo se desarrolla en tonos cálidos de las tierras y los ocres, con las excepciones del rojo del echarpe de capitán, del soldado del largo arcabuz a su derecha, del blanco ocre de la chica, detrás, y del uniforme del lugarteniente. Usa tonalidades opuestas para contrastar como el uniforme claro y oscuro de las dos figuras centrales, el negro riguroso del capitán resaltando el blanco de su golilla o incluso el tono dorado de la penumbra en contraste con las caras iluminadas.

UBICACIÓN

El emplazamiento original para el que fue pensado el lienzo fue el Groote Zaal, Gran Salón, del Kloveniersdoelen, sede municipal de la Compañía de Arcabuceros de la capital holandesa. Este edificio fue destruido y reemplazado a mitad del siglo XIX por el actual hotel Doelen. En 1715La ronda de noche se trasladó al Ayuntamiento de Ámsterdam en la plaza Dam. Sus grandes dimensiones hicieron que fuese mutilado en esta época cuando le fue cortada una franja en el lateral izquierdo y superior, eliminando a tres de los personajes de la escena. Conocemos su aspecto originario debido a diferentes copias anteriores a 1715, entre las que destaca una réplica de Gerrit Lundensconservada en la National Gallery de Londres.7
Cuando las tropas napoleónicas ocuparon los Países Bajos y Napoleón entronizó a su hermano Luis como rey de Holanda en 1806, el Ayuntamiento se convirtió en Palacio Real (aún mantiene esta función real) y los magistrados municipales trasladaron el cuadro a la Trippenhuis, es decir, la casa de la familia Trip. Inmediatamente, Napoleón ordenó su vuelta a palacio y se mantuvo allí hasta la caída del Imperio Napoleónico. Tras esto, La ronda de nochevolvió a la Trippenhuis ya convertida en el Rijksmuseum, como Galería Nacional de Arte de los Países Bajos. En 1885, se finalizaron las obras del actual edificio del Rijksmuseum y el cuadro se trasladó a su ubicación actual.
Durante la II Guerra Mundial, para salvar el patrimonio artístico durante el conflicto, los fondos más importantes del Rijksmuseum fueron depositados en diferentes búnkers denominados Refugios Nacionales construidos en las dunas de Heemskerk y Zandvoort. En 1942, los cuadros se volvieron a trasladar a refugios en Steenwijk y Maastricht.



SABIAS QUE…


· Aparte de la mutilación del siglo XVIII, La ronda de noche ha sido objeto de algunos ataques vandálicos. El 14 de septiembre de 1975, un desequilibrado mental atacó la obra con un cuchillo haciéndole numerosos cortes en zig-zag.9​ El lienzo fue restaurado con éxito, aunque aún pueden apreciarse in situ las huellas de este atentado. En 1985, un visitante del museo roció la pintura con un spray de ácido que llevaba oculto. La rápida intervención de los guardias de seguridad y el agua que le fue pulverizada neutralizaron el ácido que afortunadamente no llegó a tocar el lienzo y sólo dañó el barniz. De nuevo, la obra fue restaurada por completo. Del primer ataque quedan aun marcas visibles hoy día, del segundo no quedó rastro, ya que solo dañó el barniz que fue restaurado posteriormente
·En 1715, esta obra fue trasladada al ayuntamiento de Antwerp y como era demasiada grande para el espacio que iba a ocupar, la cortaron rápidamente a la medida.



FUENTES:
http://www.marisolroman.com/2016/07/12/la-ronda-nocturna-1642/
http://fahrenheitmagazine.com/cultura/la-ronda-de-noche-el-cuadro-que-marco-el-fin-de-rembrandt/
https://www.curistoria.com/2008/06/la-ronda-de-noche-de-rembrandt.html
http://estudi-arte.blogspot.com.es/2014/06/rembrandt-la-ronda-nocturna.html
https://es.wikipedia.org/wiki/La_ronda_de_noche#cite_note-8